La Vanguardia

Candela Peña, el cine y los toros

La actriz verá su película por primera vez el día del estreno: su forma de militar a favor del sector

- F. GARCÍA

Candela Peña habla aquí por primera vez dela boda de Rosa, pues la nuestra resultar ser la primera entrevista que concede al respecto, y ya en los prolegómen­os de saludo la ganadora de tres premios Goya apunta las maneras de franqueza y espontanei­dad que de ella podíamos esperar. “Mira –dice–, la verdad es que todavía no he visto la película. Porque, recién llegada de siete meses de rodaje de Hierro (T2), y al ver que los cines seguían cerrados o vacíos mientras las plazas de toros se llenaban sin problemas y los trenes y aviones iban repletos, me dije: ‘Yo hago cine y voy a ver esta película en el cine como todo el mundo, el mismo día del estreno, que es el viernes 21 de agosto’. Así que, más allá de mi proceso como actriz, no sé cómo ha quedado La boda de Rosa porque Icíar hizo metraje como para dos pelis y luego le metió tijera a tope”.

La intérprete sí tiene obviamente clara su visión del personaje al que encarna. Y aunque esto es también lo esperable, sorprende lo distinta que dicha óptica es de la que proyecta la directora o de la que tiene quien pregunta. “Para mí esta historia no va tanto del miedo que podemos tener a seguir nuestro propio rumbo como de lo mucho que a los seres humanos nos cuesta asumir nuestras responsabi­lidades. Porque fijarse demasiado en los condiciona­nte o en las presiones de este o del otro es echar balones fuera”, afirma. Y sostiene que si uno apechuga con lo que sabe que debe hacer, entonces “tomar las riendas de tu vida no es tan difícil como puede parecer”.

La Rosa del filme, a la que vemos más real antes de su personal revolución que cuando decide emprenderl­a , es una señora “que tira con todo, como la mayoría”. Y en particular pertenece a esa clase de mujeres que son “el eterno escudero que se olvida de sí misma para entregarse a los demás: el Sancho Panza siempre al lado del Don Quijote que son los otros”. Nada infrecuent­e en un mundo donde, “tal vez por algo histórico desde que las primeras se quedaban siempre en el poblado mientras los hombres iban a cazar”, ellas siempre “tiran para adelante porque no les queda otra”, añade. Y es que, “entre una alta ejecutiva y un alto ejecutivo, ya sabemos quién es el que, además de hacer su trabajo, sabe qué hay que poner de cenar y si

LA MADURA JUVENTUD

“A los cuarenta es cuando las mujeres alcanzamos nuestro mejor momento”

queda leche para los niños”, ilustra.

Hace un par de años, Peña declaró que “a partir de los 40 años, una actriz tiene que ser un pibón para que la llamen”. Hoy se lo recordamos al tiempo que constatamo­s lo mucho que a ella la llaman ahora. Y ella replica rápido y entre carcajadas: “¡Es que ahora soy un pibón! He perdido kilos y ya ves”. Después aclara que, cuando el guion o la película la escriben y producen señores, a las actrices de más de 40 sólo las llaman “para cierto tipo de papeles”. Y en ese punto mete la cuña del otro asunto en el que más interesada se muestra junto con la película y la comparativ­a cines/plazas de toros. Lógico interés, puesto que se trata de un proyecto suyo: la serie Puerto y camino que acaba de escribir y, con producción de Isabel Coixet, pretende asimismo coprotagon­izar y, “si la plataforma que lo compre se empeña”, hasta dirigir: Es “una serie joven con tías de 40”. Porque es a esa edad cuando las mujeres alcanzan su mejor momento; “cuando hacemos las cosas mejor, cuando estamos más tranquilas y cuando sabemos más”, sentencia. Lo tiene muy claro.

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DANI DUCH Candela Peña, en la presentaci­ón de La boda de Rosa, ayer en Madrid

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