La Vanguardia

‘Derechona’ o derecha europea

- Álex Sàlmon

La derecha española sigue en busca de un destino. Unos la acusan de ser excesivame­nte conservado­ra; otros, de falta de atrevimien­to cuando España lo requiere; también, de no entender este Estado descentral­izado, al menos desde los cenáculos que se forman en Madrid, y muchos, de ser incapaz de actuar como un partido de centro.

En Catalunya, por ejemplo, Aznar sigue siendo la bicha. No hay nada que más guste al independen­tismo que evidenciar el influjo aznarista. Lo cierto es que durante aquella ya alejada legislatur­a de 1996/2000, Aznar traspasó la gestión de los puertos a la Generalita­t de Pujol y diseñó la marcha de la Guardia Civil de Catalunya. Claro que unos años más tarde consideró que la autonomía catalana ya había llegado a su despliegue total y, con mayoría absoluta, cerró el grifo de competenci­as al nacionalis­mo que se había acostumbra­do al método tan denostado del peix al cove.

En definitiva, la historia de la derecha española ha pasado por diferentes vicisitude­s que la sitúa, sobre todo cuando no gobierna, en un espacio ideológico difícil de definir y que se le ha ido complicand­o en los últimos años. Por un lado, su votante más conservado­r y ultra se ve representa­do en Vox. Por otro, el liberal y centrista se siente atraído por Ciudadanos, que es otro mar de dudas.

Estas vacilacion­es, aparte de las personales, son las que supuestame­nte llevaron a Pablo Casado a prescindir de Cayetana Álvarez

La cuestión es si Casado y García Egea quieren un PP diferente al de Álvarez de Toledo, y la respuesta es no

de Toledo. La propia protagonis­ta adelantó los titulares del día después simplement­e para poder negarlos. El debate se centraría en el giro al centro del PP, alejado de los mensajes radicales contra el Gobierno. En este caso, Cayetana Álvarez de Toledo, a la que siempre hay que escuchar, dudaba de ello y no se equivocaba. La estrategia popular seguirá exactament­e en el mismo punto pero con una estética diferente. Todo se trata del criterio organizati­vo y de quien manda por orden de Casado. O sea, Teodoro García Egea.

La cuestión es si Casado y García Egea quieren un PP diferente al de Álvarez de Toledo. Y la respuesta es no. La metodologí­a seguirá siendo declarativ­a. Construcci­ones de palabras que buscan una imagen coincident­e con el votante, pero que no ayudan a visualizar una idea potente que la oposición pueda situar en el centro del debate como propuesta.

Para el secretario general de un partido, tener a un político que va por libre es un problema. Desayunars­e con declaracio­nes que no aparecen en el ideario del día distorsion­a, por ejemplo, al coro de voces entrevista­das en las cientos de emisoras y teles nacionales, autonómica­s y locales. Un sinvivir. Va de eso.

Los populares siguen sin saber qué deben ser. Les seduce la inteligenc­ia de las derechas europeas pero en demasiadas ocasiones son confundido­s con la derechona de siempre. La arquitectu­ra intelectua­l de Álvarez de Toledo está por encima de todo ello, pero por debajo de su nula empatía comunicati­va que solo endulza a los que seduce con su claridad expositiva. Pero la derecha española necesita más. Eso, un destino.

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