Navalni, el azote de Putin
Alexéi Navalni, el activista ruso que estos últimos años se ha convertido en la cara más visible de la oposición extraparlamentaria al presidente Vladímir Putin, se debate entre la vida y la muerte en la uci de un hospital de la ciudad siberiana de Omsk, tras sufrir un posible envenenamiento. Su entorno no ha dudado en atribuir la intoxicación a alguna sustancia diluida en el té que el político tomó en el aeropuerto de Tomsk antes de volar hacia Moscú y responsabiliza a Putin de lo sucedido, ya sea de forma directa o indirecta. El pasado año Navalni también fue hospitalizado estando en prisión y ya entonces se habló de que había sido envenenado. Y en el año 2017 le arrojaron antiséptico a la cara, lo que le dañó un ojo.
Considerado el miembro más destacado de la oposición rusa, ha sido encarcelado repetidas veces y se le ha vetado sistemáticamente participar en elecciones legislativas y presidenciales, por lo que ha optado por presentar candidatos en los próximos comicios regionales de septiembre para así erosionar el poder de Rusia Unida, el partido gobernante.
Feroz crítico de Putin, Navalni nunca ha podido desafiarle en las urnas. En las presidenciales del 2018 fue inelegible por una condena por fraude fiscal que él calificó de política. Desde el 2008, cuando creó un blog para sacar a la luz las malas prácticas y corrupción de las grandes corporaciones controladas por el Estado,
no ha dejado de denunciar abusos y fraudes electorales. Al contrario que otros opositores, prometió quedarse en Rusia para dar la batalla. Eso le ha convertido en una voz molesta y desestabilizadora para el Kremlin, porque es la única que acusa y publica denuncias de mala praxis y de corruptelas. Navalni es la piedra en el zapato de Putin, el azote del presidente, el activista que permite, mediante sus elaborados vídeos en internet, con los que denuncia casos de corrupción, que millones de rusos y de ciudadanos del mundo conozcan los abusos de la Administración. Su Fondo de Lucha contra la Corrupción, que ha expuesto casos de graves irregularidades entre altos funcionarios y élites gubernamentales, tuvo que cerrar en junio tras la demanda de un empresario estrechamente ligado al Kremlin. Por eso Putin ha intentado mantenerle encerrado el mayor tiempo posible.
La hospitalización de Navalni coincide con un momento en que la disidencia ha cobrado especial fuerza en el este del país, donde desde hace semanas hay manifestaciones en apoyo al exgobernador de Jabárovsk, Serguéi Furgal, destituido por Putin.
Los últimos años, desde exespías instalados en el Reino Unido hasta periodistas y disidentes internos rusos han muerto o han resultado gravemente afectados por sustancias tóxicas. El Kremlin nunca ha admitido estar detrás de estas acciones, y seguramente no sabremos quién es responsable del posible envenenamiento de Navalni, pero está claro a quién beneficia su silencio.
El principal opositor ruso, posiblemente envenenado, denuncia desde hace años la corrupción en el Kremlin