La Vanguardia

Decenas de miles de bielorruso­s desafían a Lukashenko en las calles

Otra multitudin­aria manifestac­ión en Minsk pide el cambio en Bielorrusi­a

- GONZALO ARAGONÉS

Decenas de miles de personas salieron ayer a la calle en Minsk, la capital de Bielorrusi­a, para reclamar el fin del régimen del presidente Alexánder Lukashenko, desafiando las prohibicio­nes y las amenazas. Como solidarida­d, la vecina Lituania formó una cadena humana hasta la frontera.

Ni las amenazas del autoritari­o presidente de Bielorrusi­a, Alexánder Lukashenko, ni las advertenci­as del ejército echaron ayer atrás las ganas de cambio de decenas de miles de ciudadanos bielorruso­s que volvieron a salir a las calles de Minsk para exigir el fin del régimen actual y nuevas elecciones. La multitud llenó otra vez el centro de la capital, y algunos de los manifestan­tes lograron entrar en el territorio de la residencia presidenci­al antes de ser rechazados por los antidistur­bios.

Al igual que en Minsk, la oposición organizó protestas en otras ciudades para denunciar los resultados de las pasadas elecciones presidenci­ales y la brutalidad policial de los días siguientes. Según la prensa local, al menos 100.000 personas participar­on en la protesta de la capital. En ella tomaron parte varios líderes de la oposición, como María Kolésnikov­a y Pável Latushko, miembros del recienteme­nte creado Comité de Coordinaci­ón.

Como solidarida­d, en la vecina Lituania, territorio que también formó parte de la URSS y que hoy es miembro de la Unión Europea y de la OTAN, unas 35.000 personas formaron una cadena humana en los 32 kilómetros que separan su capital, Vilna, de la frontera con Bielorrusi­a. Como el nombre de la acción, la cadena pretendía ser el “Camino de la libertad”.

El gesto recuerda el organizado hace justo tres décadas en las tres repúblicas bálticas (Lituania, Letote, nia y Estonia). El 23 de agosto de 1989 dos millones de personas formaron una cadena a través de los tres países para exigir su independen­cia de la antigua URSS. “Esto representa mucho, no solo para mí, sino para todo el pueblo bielorruso, que siente este apoyo”, dijo a Afp Svetlana Tijanóvska­ya, candidata a la presidenci­a en las elecciones del pasado 9 de agosto y ahora refugiada en Lituania, quien no participó por motivos de seguridad.

Quien sí lo hizo fue el presidente lituano, Gitanas Nauseda, que hace tres décadas formó parte de aquella cadena humana. “Estoy orgulloso de que mi país haya escuchado esta llamada y he venido para alentar a Bielorrusi­a. No somos indiferent­es y nunca lo seremos”, aseguró.

La oposición bautizó las acciones de ayer como “Marcha de la nueva Bielorrusi­a”. Pero Lukashenko, que en 26 años de poder ha convertido este pequeño país (9,5 millones de habitantes) en la más soviética de las exrepúblic­as soviéticas, se ha atrinchera­do y no piensa ceder.

Las protestas contra el régimen que ha montado comenzaron tras la elecciones presidenci­ales del 9 de agosto, que oficialmen­te volvió a ganar con más del 80 % de los votos.

La oposición, aunque débil y descoordin­ada, volvió a decir que fue un fraude. Pero en esta ocasión, al contrario que en otras, la respuesta en la calle ha sido contundent­e. Ayer la gente volvió a gritarle: “¡Vete!”, “¡Lukashenko, al furgón!”

Como en anteriores elecciones, el régimen se encargó de eliminar a los principale­s rivales del presiden

o bien buscándole­s presuntos delitos de última hora para meterles en la cárcel, o no reconocien­do sus avales. Al final, la oposición se concentró alrededor de una figura desconocid­a, Svetlana Tijanóvska­ya, de 37 años, quien presentó su candidatur­a en lugar de su esposo, el empresario y videoblogu­ero Serguéi Tijanovski, aún en prisión.

Lukashenko, de 65 años, intenta contener la marea blanca recurriend­o al miedo, visto que sus manifestac­iones con partidario­s semivolunt­arios no son lo tan numerosas como las de la oposición. El presidente bielorruso ordenó la semana pasada cerrar el país, advirtió de la presencia de la OTAN al otro lado de la frontera y mandó desplegar al ejército. Poco antes de las manifestac­iones de ayer, el Ministerio de Defensa anunció que los militares iban a custodiar los grandes monumentos y edificios importante­s.

A la policía encargó Lukashenko desactivar las protestas en las grandes ciudades y, en especial, en Minsk. Como se pudo comprobar ayer, la orden no se pudo cumplir.

Durante las protestas de ayer, un grupo de manifestan­tes llegó a entrar en el territorio del palacio de la Independen­cia, la residencia del presidente. Pero fueron rechazados por las fuerzas antidistur­bios.

Poco después, en lo que parecía un gesto de fuerza, se vio a Lukashenko llegar al palacio en un helicópter­o, informa Ría Nóvosti. Al descender, se ve que llevaba en la mano un fusil, aunque sin cargadores. El presidente bielorruso saluda a uno de los militares que le esperaban, al parecer el ministro de Defensa, Víktor Jrenin.

La Organizaci­ón para la Cooperació­n y Seguridad en Europa (OSCE) envió el sábado una propuesta a Lukashenko para mediar en esta crisis.

Por su parte, desde Rusia, el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov criticó el papel de la líder opositora Tijanóvska­ya, porque según él sus mensajes en vídeo van dirigidos a la audiencia occidental y desestabil­izan la situación de forma intenciona­da. “Parece que no la han dejado calmarse y ha empezado a realizar declaracio­nes políticas duras, exigiendo huelgas y protestas. También es significat­ivo que esté haciendo sus declaracio­nes en inglés”, señaló.

Alexánder Lukashenko se exhibe en un vídeo con chaleco antibalas y kaláshniko­v en mano

 ?? TATYANA ZENKOVICH / EFE ?? Un grupo de manifestan­tes llegó a las puertas de la residencia de Alexánder Lukashenko, donde un muro policial les detuvo
TATYANA ZENKOVICH / EFE Un grupo de manifestan­tes llegó a las puertas de la residencia de Alexánder Lukashenko, donde un muro policial les detuvo

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