La Vanguardia

El regreso del ‘lobo de Wall Street’

Jordan Belfort, que inspiró el personaje de Dicaprio en ‘El lobo de Wall Street’, ficha por una empresa para aconsejar a inversores aficionado­s

- FINANZAS

Como buen ejemplo –¿ejemplo?– de la idiosincra­sia estadounid­ense, Jordan Belfort siempre está dispuesto a nuevos retos y a levantarse tras una caída, aunque sea del abismo infernal.

Belfort, de 58 años, alcanzó notoriedad hace unos años por su mala cabeza, por estirar más el brazo que la manga –sobre todo de camisa ajena– y por hacer alardes de una vida disoluta, que si bien provocó la envidia ajena, también atrajo la atención del FBI.

Tocó la cima mundial porque Martin Scorsese y Leonardo Dicaprio se fijaron en sus memorias y convirtier­on a El lobo de Wall Street en una especie de leyenda cinematogr­áfica global. El filme sobre la crónica de sus andanzas se estrenó en el 2013.

El caso es que este corredor de bolsa, peliculero incluso antes de ser personaje de pantalla, se pasó 22 meses en la cárcel –la pena fue benigna gracias a su colaboraci­ón– por fraude, blanqueo de dinero y manipulaci­ón del mercado de valores. Provocó pérdidas a los inversores de más de 180 millones de euros.

Sin duda, una buena formación para jugar con fuego y quemarse.

El lobo tiene ahora una nueva vida. Según anunció Raging Bull, plataforma de formación bursátil, Belfort ha fichado por esta empresa, desde la que ofrecerá consejos y lecciones por vídeo a los novatos que entran en el negocio de la gestión de las acciones.

Esta plataforma, que ha provocado críticas por la alta presión en sus tácticas de venta, está enfocada en los recién llegados al mercado bursátil. Raging Bull ha logrado gran popularida­d en medio de una fiebre de inversores aficionado­s tentados a probar suerte.

“Pensamos que será beneficios­o para los novatos aprender de la experienci­a y convertirs­e en agentes de bolsa más exitosos a largo plazo”, explicó Jeff Bishop, jefe ejecutivo de esa plataforma, en el comunicado de prensa.

Belfort construyó su fortuna –dicen que llegó a ganar 9,5 millones de euros diarios– en las décadas de los ochenta y los noventa. En paralelo, siempre según sus memorias, el tiempo libre lo ocupaba en orgías, prostituta­s, drogas y fiestas. En ocasiones utilizaba a enanos como dianas y a chimpancés para repartir el correo en la oficina. Prácticas todas que, sin duda, serán de gran ayuda a futuros agentes de bolsa.

Se construyó su apodo al comerciar con acciones denominada­s penny –que cotizan por debajo de un dólar– a inversores minoristas desde la firma Stratton Oakmont, descrita como “la sala de calderas por excelencia” por la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos, que le echó el ojo.

En 1999 se declaró culpable de fraude después de manipular los precios de las acciones y engañar a los inversores, ingresó en prisión y le prohibiero­n asociarse con cualquier corredor de bolsa, negociante o compañías de inversión o de asesoramie­nto.

En el comunicado de Raging Bull se indica que ahora “compartirá sus sectores comerciale­s favoritos con los inversores minoristas, a los que les enseñara cómo aprender de los errores y sacar provecho de las oportunida­des”.

Esta empresa aseguró que Belfort no dará consejos sobre stocks específico­s, compañías o estrategia­s de empresa.

El filme sobre la crónica de sus andanzas se estrenó en el 2013. En el 2005, al salir de la cárcel, lanzó un negocio de asesoramie­nto de empresas.

“Los inversores recibirán mis lecciones, con las que sabrán qué es lo que han de evitar y cómo capitaliza­r sus oportunida­des”, aseguró Belfort.

¡Que viene el lobo de Wall Street!

Belfort estuvo 22 meses en la cárcel después de dilapidar más de 180 millones de euros ajenos

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NANCY KASZERMAN / EFE Jordan Belfort durante su intervenci­ón en un acto en el Madison Square Garden de Nueva York, en el 2017

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