La Vanguardia

Pappardell­e al tartufo bianco

- Antoni Puigverd

Hay dos maneras de viajar sin salir de casa: leer y recordar. Una conversaci­ón evocando un viaje puede ser tan amena como el viaje propiament­e dicho. Siempre que con mi amigo Salvador Sunyer hablamos del viaje que hicimos por la Toscana y Umbría siguiendo las huellas de Piero della Francesca revivimos la maravilla de descubrir al artista que consolidó la pintura del Renacimien­to sobre preceptos matemático­s y que daba tanta importanci­a a los rostros de los personajes (ojos enormes, narices prominente­s) como a sus refinados adornos: peinados, vestidos, joyas y capelos. Revivimos también las codornices asadas que nos zampamos en un pueblo de la Toscana, los pappardell­e con trufa que nos sirvió una chica guapísima y glacial en Gubbio y los formidable­s macarrones con ragù de una discreta fonda de Borgo Sansepolcr­o, patria chica de Piero della Francesca. Pero lo más importante de la evocación es que resucita a nuestro sabio amigo Modest Prats, que decidía todos los detalles del viaje y los ilustraba con voz de bajo ruso y aliento de fumador.

En cuanto a los viajes con los libros, ahora mismo estaba releyendo las páginas de verano de Goethe en la Italia de 1787. A pesar del bochorno, el poeta se ha quedado en Roma. Su amigo Tischbein le ha dejado un estudio amplio y fresco en el que practica el dibujo con entusiasmo: tiene la obsesión de encontrar la relación ideal entre naturaleza y arte. Visita la Galleria Colonna, disfruta de los nocturnos fuegos artificial­es y pasa unos días en los Colli Albani, donde el aire es limpio y fresco.

Extrañamen­te, Goethe nada dice de los vinos blancos de Frascati, cuyas viñas se cultivan en estas colinas cercanas a Roma, donde los papas suelen veranear. Son vinos muy ligeros y pálidos. Fresquitos, acompañan muy bien las verduras a la brasa, que en Roma se sirven frías y son mi plato preferido del verano. Siempre me había preguntado por qué no me salían en casa tan bien como las comía en el restaurant­e La Carbonara de Campo de’ Fiori, hasta que descubrí el secreto. Se recomienda que, antes de ponerlas a la plancha o parrilla, los cortes de berenjena, calabacín, pimiento rojo y cebolla sean marinados con aceite de oliva, algo de vinagre y un diente de ajo aplastado.

Regresando a Roma. Goethe utiliza una curiosa metáfora para describir su relación con la ciudad: en Roma flota “como una bola de cañón flota en el mercurio”. Lo importante, sugiere Goethe, no es correr de un lado para otro, sino encontrar el lugar en el que nuestro plomo no se hunde.

Hay dos maneras de viajar sin salir de casa: leer y recordar

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