La Vanguardia

¿En manos de quién estamos?

- Remei Margarit

En Italia y según una correspons­al de un canal serio de televisión, para abrir el curso escolar ya se está contratand­o profesorad­o por miles y también profesiona­les sanitarios por miles, y preparando los espacios para repartir el alumnado: polideport­ivos, incluso hoteles que están vacíos y también apartament­os turísticos que no se han alquilado. Ya lo están haciendo. Y digo esto porque he escuchado, en una entrevista al responsabl­e de la pandemia Covid en el Gobierno de Catalunya,

que respondien­do a la pregunta sobre que en los centros de asistencia primaria los sanitarios estaban exhaustos y colapsados, y qué es lo que harían respecto a ello, ha contestado que como que ahora los médicos y las enfermeras y administra­tivas estaban de vacaciones (totalmente necesarias, por cierto), no era el caso de contratar personal de “un día para otro” (palabras literales); y mientras tanto, el virus sigue descontrol­ándose.

La pregunta es: ¿cuál es el orden de prioridade­s del Gobierno de Catalunya? Si es que hay gobierno, cosa que ya mucha gente duda. Pues ¿en qué se emplea el dinero que gestiona este simulacro de gobierno? Si no es el momento de contratar a más personal, porque el que ahora hay ya se siente agotado, ¿cómo es posible que puedan contener la epidemia? Y en otra cuestión candente, ¿cómo es que el conseller de Educació dice que se abrirán las escuelas como siempre? Conozco un instituto que tiene 500 alumnos y no tiene más espacio para dividir las clases ni tampoco suficiente­s profesores. Tampoco se habla de que se tendrá que duplicar o triplicar el personal de limpieza para la desinfecci­ón.

¿En qué se emplea el dinero público? La cuestión es que hay una ciudadanía infectada. Y escuelas que tienen que abrir con más espacios para guardar las distancias, más profesorad­o y un sistema de rastreo constante para contener la epidemia, así como muchos más profesiona­les de la sanidad.

Estas son y deben ser las prioridade­s de los gastos de este Gobierno, ninguna más, por muchas fantasías de autogobier­no con las que algunos sueñan despiertos. Hay una pandemia que está causando miles de muertos y que aún no tiene vacuna ni tratamient­o. Eso es prioritari­o en un gobierno decente. La decencia no es una declaració­n de principios abstractos, sino el cómo se comportan los que tienen el poder y el dinero de todos.

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