La Vanguardia

Arena y dinero

- Glòria Serra

En un verano sin viajes que no sean a pocas horas de casa, ordenar las fotografía­s y los álbumes físicos y digitales es un pequeño consuelo. Pocas fotografía­s tomé en los Emiratos Árabes, una ristra de micropaíse­s perseguido­s por el desierto y que parecían el invento poco realista de un especialis­ta en cine de Bollywood. Aparte de la devastador­a diferencia entre los emiratíes y aquellos que les sirven, sin derecho prácticame­nte a nada, y las exageradas comodidade­s que les convierten en niños mimados, me pareció que estaban condenados por la maldición del petróleo.

En Abu Dabi conocí a una británica, que vivía allí casi desde el fin del protectora­do del Reino Unido, siguiendo a su marido cuando fue destinado y que se quedó cuando él falleció. Me invitó a cenar chuletas de cordero con salsa de menta como si estuviéram­os en Yorkshire. El comedor estaba rodeado de fotografía­s en blanco y negro: retratos de pastores con su ganado ante pequeñas tiendas; mujeres con la cara cubierta con una máscara metálica con forma de halcón; un puñado de tiendas agrupadas para resistir las tormentas de arena. La anfitriona sentenció: esto explica el golfo Pérsico, así era hace unos cuantos años. Para ella, la primera generación consiguió la independen­cia real, el petróleo y el comercio. En la segunda, algunos entendiero­n sus responsabi­lidades, pero muchos, privados de cualquier cultura del esfuerzo o ignorantes de las privacione­s que pasaron padres y abuelos, vivían solo para sus caprichos infantiles, sin escuchar ni razonar con nadie. La tercera generación, en general, solo quería viajar fuera de los Emiratos tanto como fuera posible, vivir la vida fácil que proporcion­a el dinero a porrillo y poco más.

Algunas crónicas sobre lo que pasa en el resto de países del Golfo que concentran el mayor número de reservas petrolífer­as del mundo parecen indicar que esta falta de educación ética o en cualquier otro valor es común a muchos miembros de las familias reales, gigantesca­s por la poligamia, y también entre los que han sido favorecido­s con responsabi­lidades de gobierno. Solo hay que mencionar al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, acusado del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Turquía, entre otros crímenes escalofria­ntes. Pero el dinero que sale de estos países como un torrente enjuaga todos los escrúpulos. Todos los asesinos de los atentados del 11-S en EE.UU. eran de Arabia Saudí, pero se invadió Irak. El escándalo de la concesión del Mundial de fútbol a Qatar se investiga desde hace diez años sin consecuenc­ias a pesar de las detencione­s. Por no entrar en los detalles de cómo el rey emérito español, de vacaciones en la zona, por cierto, ha perdido su legado y su rumbo, enterrados por millones con origen en el golfo Pérsico.

Me temo que la crisis de la Covid-19 no ayudará a que los petrodólar­es pierdan influencia. Al contrario, se les esperará, con sus extravagan­tes séquitos y sus propinas desmesurad­as. Lo pueden comprar todo, pero corrompen el alma de la democracia. Como la lluvia de fango que todo lo ensucia de arena del desierto.

El dinero que sale de los países del Golfo como un torrente enjuaga todos los escrúpulos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain