La Vanguardia

Una segunda vida para el aéreo

El equipo del fallido teleférico de Esparregue­ra funciona a pleno rendimient­o en Núria

- DAVID GUERRERO

La construcci­ón de un teleférico entre Olesa de Montserrat y Esparregue­ra fue uno de esos inventos en tiempos de bonanza económica que acabó siendo insostenib­le. Tenía que servir para convencer a los vecinos de Esparregue­ra de que dejasen el coche aparcado y optasen por esta exótica conexión que les permitía desplazars­e por vía aérea hasta la estación de la población vecina y allí coger los Ferrocarri­ls de la Generalita­t (FGC), pero nunca llegó a cumplir las expectativ­as de demanda, ni de lejos. No llegó a pasar de los 100.000 usuarios anuales, con una ocupación que apenas era de una cuarta parte de su capacidad.

Puesto en marcha en el 2005, finalizó su servicio el 31 de diciembre del 2011, como parte de un plan de recortes de la Generalita­t, que buscaba por aquel entonces reducir gastos por todos lados. El poco predicamen­to que tenía el servicio lo demuestra la ausencia de lamentos por el cierre del servicio entre los vecinos de Esparregue­ra, que en todo momento prefiriero­n seguir cogiendo el autobús en el centro de la población en lugar del aéreo situado en una esquina del término municipal. Estaba lejos de todo y el barrio que debía levantarse junto a la estación y aportar usuarios quedó en nada con el estallido de la burbuja inmobiliar­ia. Además, los que aún así optaban por el teleférico, se enfadaban cada dos por tres por la falta de coordinaci­ón con el servicio ferroviari­o. Después de esperar hasta 20 minutos, veían desde el aire, a medida que se acercaban lentamente a la estación, como el tren se iba sin esperarles.

Con el cierre del servicio, la instalació­n siguió allí, sometida a un progresivo deterioro pese a los 350.000 euros anuales que costaba el mantenimie­nto que recibía por si algún día volvía a ponerse en funcionami­ento, una opción cada vez más remota a medida que avanzaba el tiempo. A su vez, en la otra punta de Catalunya, el telecabina de la Coma del Clot, en la Vall de Núria, llegaba al fin de su vida útil tras más de 30 años en funcionami­ento y tenía que iniciarse un proceso de sustitució­n. Ahí fue como los responsabl­es de FGC ligaron cables, hicieron números y optaron por reaprovech­ar la infraestru­ctura del primer teleférico construido en Catalunya pensado para dar respuesta a la movilidad cotidiana.

Su fracaso en el entorno urbano contrasta con el éxito de este modo de transporte en la montaña, donde se le ha dado una segunda oportunida­d, esta vez con un uso puramente turístico. “Vimos que era una alternativ­a poder trasladar las pilonas y la maquinaria instalada en el Baix Llobregat hasta Núria, donde sí que había una demanda por cubrir”, explica el presidente de FGC, Ricard Font. Con esta reutilizac­ión del material, la compañía pública ha podido ahorrarse unos dos millones

La infraestru­ctura del clausurado teleférico urbano es un éxito en su nuevo emplazamie­nto con un uso turístico

El teleférico entre Olesa y Esparregue­ra nunca convenció a los vecinos, que preferían seguir cogiendo el bus

de euros en la inversión del nuevo teleférico.

El cable kilométric­o y los grandes postes entre Esparregue­ra y Olesa fueron retirados a finales del 2018 y el otoño pasado se trasladaro­n hasta la Vall de Núria. Allí, después de unos meses de obras, su puesta en marcha se produjo a finales de febrero, pero pocos esquiadore­s pudieron estrenarlo por la llegada del coronaviru­s. Este verano ya funciona a pleno rendimient­o, aprovechan­do el cartel de destino de proximidad. En lugar de sobrevolar el río Llobregat con Montserrat como telón de fondo hasta los 187 metros de Esparregue­ra, asciende hasta el albergue del Pic de l’àliga, a 2.170 metros de altitud, con unas vistas panorámica­s de todo el valle de Núria.

En su nuevo emplazamie­nto, el teleférico permite desplazar a 415 personas por hora en lugar de las 220 que tenía como capacidad el antiguo telecabina de la zona. Además, el hecho de que la cabina se pare al llegar a la estación en lugar de ser una circulació­n constante permite mejorar la accesibili­dad del albergue juvenil situado en esas latitudes y hacer la subida y la bajada de pasajeros y sus mochilas con mayor comodidad.

Igual que el cierre, el desmantela­miento definitivo en el Baix Llobregat no provocó una gran tristeza. Aun así, Font insiste en que “si algún día se acaba desarrolla­ndo urbanístic­amente ese ámbito, hay interés y los ayuntamien­tos lo piden, se volverá a instalar”. Pero en Esparregue­ra no parecen estar por la labor. El servicio de autobús que les conecta con Olesa tiene muy buena recepción entre los usuarios y recienteme­nte ha sido escogido por la Generalita­t para realizar una prueba piloto de electrific­ación de la red de buses interurban­os fuera del área metropolit­ana de Barcelona. En función de los resultados de la prueba, la Generalita­t analizará la viabilidad de la incorporac­ión progresiva de vehículos eléctricos a diferentes líneas de bus interurban­as.

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FGC
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MANÉ ESPINOSA / ARCHIVO

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