La Vanguardia

¿Qué tienen en común Dylan y Pere Quart?

- DONAT PUTX

En el libro de Joan Ramon Mainat Canet, 36 hores de cançó i de llibertat (1977), Joan Oliver / Pere Quart contrapone las “canciones llenas de sentido” a las “vociferaci­ones gratuitas y sin otro significad­o que el que puede tener un acto mimético de expansión, inspirado en ejemplos foráneos con acompañami­ento de guitarras, bombo y platillos que marcan un ritmo monótono y a menudo frenético (...) mientras los ejecutante­s someten sus anatomías a una sacudida desarticul­ada, contagiosa –una especie de baile de San Vito–”. O sea, el rock y derivados.

Pero la vida es bromista, y en uno de sus bellos golpes de efecto, a mediados de los sesenta vinculó de algún modo al gran poeta de Sabadell con otro gran poeta que, además de apreciar el nonsense, sabe bastante de guitarras y frenesís.

Hablamos de un muchacho judío nacido en la foránea Minnesota de 1941, apellidado Zimmerman. El que un día decidió ser Bob Dylan, autor de álbumes como el Highway 61 revisited de 1965, repleto de canciones cinco estrellas como, además de la propia Highway…, Like a rolling stone, Desolation row o Tombstone blues. El mismo que en 2016 fue distinguid­o con un Premio Nobel de Literatura que no fue a recoger el día de la ceremonia oficial.

Trasladémo­nos ahora a la Barcelona de 1965-66. Un joven estudiante de Arquitectu­ra llamado Albert Batiste, bucea en la biblioteca de su padre y da con un libro de Pere Quart. Se pone a leerlo y, al llegar a un poema titulado Romanço del fill de vídua, experiment­a un momento eureka.

Batiste formaba parte, junto a su hermano Jordi, Josep Maria Farran y Gabriel Jaraba, de Els 3 Tambors, un conjunto de vida efímera poca y discografí­a que, sin embargo, jugó un notable papel en la música catalana moderna de la época.

En 1966, y tras ser rechazados por Edigsa, Els 3 Tambors publicaban en Belter el primero de los dos vinilos en su haber, un EP de cuatro temas entre los que hallamos la afortunada Cançó del noi dels cabells llargs, escrita por Jordi Batiste. Pero el primer corte que sonaba en el disco era el Romanço del fill de vídua, en el que nuestros Tambors encajaron los versos de Pere Quart con la música del Tombstone blues de Bob Dylan.

La letra es magnífica, un cáustico retrato de cierto tipo de pijo barcelonés aún no extinto, especialme­nte bien perfilado en el estribillo del tema: “però sóc catalanist­a / i a casa amb la mamà / quan no hi ha visita / parlo sempre en català”. La música tiene picante eléctrico y expansivo, sin quitarle sentido a los versos.

Cincuenta y cuatro años después, Albert Batiste nos cuenta que Els 3 Tambors publicaron la canción sin pedir permiso a Pere Quart y, por supuesto, tampoco a la oficina que en ese momento representa­ra a Dylan. Y añade que al poeta no le hizo gracia el tema. “No nos lo dijo directamen­te, pero nos llegó. No sabemos qué le pareció a Bob Dylan –ironiza– pero a Pere Quart no le gustó mucho...”.

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SONY. Bob Dylan

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