Los ciclistas piden vía libre en Collserola
La separación de unos caminos para bicis y otros para ir a pie se pone sobre la mesa sin éxito
La normativa vigente en el parque natural de Collserola es clara: las bicis no pueden circular por ningún camino de montaña que haga menos de tres metros de ancho. Pero la realidad es bien distinta. Los ciclistas van arriba y abajo por senderos y caminos forestales indistintamente de su amplitud. El conflicto entre las bicis y los paseantes es constante, cada vez más enquistado y sin visos de tener solución.
Para mejorar la convivencia y tratar de encontrar un mejor equilibrio entre las distintas actividades, una entidad de ciclistas de montaña, Collserola Sport Respecte Ciclisme (CSRC), ha presentado una innovadora prola puesta a los gestores del parque natural. Se trata de crear un nuevo organismo desde el cual se regule la práctica deportiva de los ciclistas de una manera controlada en determinados senderos, habilitando algunos caminos para el paso de bicis de montaña y, a la vez, blindando el resto para los que van a pie. De esta manera se reducirían los encontronazos entre ciclistas y paseantes, que en algunas ocasiones incluso han llegado a las manos.
“La solución no debe pasar por la prohibición y la estigmatización de la bicicleta de montaña, sino por canalizar la demanda existente e impulsar políticas valientes que la hagan posible con unos parámetros claros”, considera Xavier Serret, vicepresidente de la asociación CSRC. En sus mapas contemplan 34 caminos de anchura inferior a los tres metros que son habitualmente utilizados por los ciclistas, pese a que la normativa lo prohíbe. Consideran que algunos de esos senderos deberían aceptar la circulación de bicis, cumpliendo en todo momento las condiciones de circulación establecidas para los caminos más amplios.
La permisividad de la bicicleta en esas zonas iría acompañada de un análisis pormenorizado de su funcionamiento durante un periodo de prueba para determinar si determinados senderos deberían habilitarse exclusivamente de subida o de bajada o si incluso podrían llegar a ser exclusivos para ciclistas para garantizar la seguridad tanto de los deportistas que montan en bici como del resto de personas que pueden cruzarse con ellos. A su vez, en un primer momento, el resto de caminos forestales del parque natural quedarían vetados a las bicis.
iniciativa, trabajada por ciclistas aficionados con ocupaciones muy diversas, se inspira en modelos similares vigentes en otros parques naturales del resto del mundo. El caso en el que mejor se reflejan es el de Vancouver, en Canadá, donde hay una zona montañosa enganchada al continuo urbano del área metropolitana y una asociación sin ánimo de lucro gestiona el paso de las bicis de trial por zonas habilitadas y señalizadas. Es lo que en el argot del sector se conoce como un “trail center” y durante los últimos meses ha recabado el apoyo de la Federación Catalana de Ciclismo y la International Mountain Bicycling Association España (IMBA).
LA PROPUESTA
Una entidad plantea la permisividad de la bici de montaña en una treintena de caminos
EL CONFLICTO
Los encontronazos entre ciclistas y paseantes son una constante en el parque
En cambio, la dirección del parque natural de Collserola rechaza de plano la idea. “Hay más de 250 kilómetros de caminos que se cuidan cada año para que estén en condiciones y que pueden ser utilizados por los ciclistas”, replica Isabel Raventós, jefa del servicio de uso público del consorcio de Collserola, “pero si verdaderamente queremos ser un parque natural se deben regular los usos para no malmeter el espacio”. Los colectivos ecologistas presentes en los órganos de representación del parque natural comparten esa postura, que ha ido ganando terreno durante los últimos años. Lo demuestra la restricción de competiciones deportivas a pie que se celebraban en el parque natural y que se han visto obligadas a reducir el número de participantes. Desde la asociación Collserola Sport Respecte Ciclisme, Xavier Serret, lamenta que “el parque no puede ser gobernado considerando únicamente su potencial ecológico como si estuviera en los Pirineos, debe encontrar un equilibrio entre la preservación y las prácticas lúdicas y deportivas imprescindibles para la población vecina”.
El vicepresidente ejecutivo del consorcio del parque natural de Collserola, Xavi Paz, se marca como reto del mandato la misión imposible de encontrar el equilibrio entre preservación de la naturaleza y el disfrute ciudadano. Ante la demanda de los ciclistas, llama a hacer “una reflexión de país coordinada con todos los parques naturales” para que la postura sea común. Los responsables de Collserola están en conversaciones con la Diputación de Barcelona y la Generalitat de Catalunya, que también forman parte del consorcio, para avanzar en esa posición similar para todos los espacios protegidos.
A la espera de un marco más general, a finales de septiembre se acabará aprobando el plan especial de protección del medio natural y del paisaje de la sierra de Collserola (PEPNAT) tras una década larga de definición y tramitación. Dicho documento da cabida al plan rector de los usos del parque, que ya se encuentra vigente y en el que se recoge la posibilidad de multar a los ciclistas que usan trialeras, senderos y todas aquellas vías que tengan menos de tres metros de ancho. La capacidad sancionadora queda en manos de los ayuntamientos, cada uno en su término municipal, pero las policías locales no tienen entre sus prioridades a día de hoy destinar a Collserola a los pocos agentes que tienen disponibles para patrullar sus calles. Haberlas haylas algunas multas, pero son una rareza entre los cinco millones de usuarios anuales que tiene el parque natural según el último estudio de aforos realizado por el Institut Nacional d’educació Física de Catalunya (Inefc), con el paseo de las Aigües como la principal vía de entrada para alrededor de la mitad de los usuarios, ya sean corredores, paseantes o ciclistas.
Los ciclistas se exponen a ser multados si van por donde no pueden, aunque rara vez pasa