La Vanguardia

Eloina Marcos

Actriz

- CARLOS ZANÓN Málaga

La actriz Eloina Marcos encabeza el reparto de la película Mi gran despedida, presentada hace unos días en el Festival de Cine de Málaga y uno de los estrenos destacados en las carteleras de hoy por su alto nivel interpreta­tivo.

Un director de cine de 60 años tiene la misma edad que un poeta de 80 años. Un novelista de 70 años la misma que, por ejemplo, un músico cubano de 90 años. Es posible que usted no tenga por casa ni un poeta ni un director de cine con esas edades para poder comprobarl­o. Compare, en ese caso, fotografía­s de unos y otros y, si tiene la suerte de estar por Málaga, pásese por la calle Larios y podrá poner cara a directores y directoras de cine. Lo de las fotos de poetas, novelistas y músicos cubanos ya es cosa suya.

El Festival de Málaga tiene como seña de identidad ser un certamen de cine, de calle y gente. Por eso el hecho de que la soberbia exposición de fotografía­s de Óscar Fernández Orengo, Cineastas en un solo plano, esté expuesta al aire libre tiene todo el sentido del mundo. La cultura ha de estar en la calle para conectar, una y otra vez, con su público, al tiempo que se tropieza con uno nuevo; esto indica Fernández Orengo, que atesora una larga trayectori­a trabajando el formato panorámico, pero que, decidió fotografia­r a directores de cine español y latinoamer­icano, con una cámara que le permitiera formato cuadrado. Sorprende lo poco o nada que nos suenan algunos de los directores o directoras, incluso habiendo visto una o varias películas de estos. “Esta exposición viene a cubrir ese vacío de reconocimi­ento fotográfic­o”, asegura su autor. La exposición los muestra en el lugar que habitan, en sus espacios de ocio o trabajo. Fernández Orengo, como un buen cineasta, sabe donde encontrar la luz.

¿Qué es un director de cine? Un loco, “un loco con una fuerza titánica”, capaz de concebir y trazar un mundo con toda su complejida­d, desde financiaci­ón, guion, fotografía, salarios, humores, reuniones, dirección de actores y, a través de la luz, crear algo tan parecido a los sueños y a la vida. Se dice que un director ha de tener fuerza para levantar una película. Levantar. Como coger un mundo del suelo y elevarlo. Que una película acabe siendo El Sur –para Fernández Orengo una cinta aún no superada– no deja de ser un prodigio, una maravilla que incluso sabiendo cómo se hace una película, sigue sin explicar cómo se consigue esa película.

Líneas de diálogo, banda sonora, sonido, iluminació­n, ritmo, interpreta­ción, primeros planos, panorámica, seguimient­o, gestos, matices. Pura alquimia. Un lenguaje nuevo que supo inventarno­s, en cierto modo, de eso va también el cine. Y en calle Larios, un buen puñado de directores –María Cañas, Víctor Erice, Luis Ospina o Cecilia Bartolom– se mezclan con los paseantes, en ocasiones, unos y otros anónimos, pero insertados en nuestras vidas, tan nosotros y tan druidas, capaces de leernos los sueños y darnos cine.

Y también pudimos ver en pantalla grande, en este festival que en palabras de su director, Juan Antonio Vigar, ofrece vivir sin límites dentro de todas las limitacion­es, la cinta que Jordi Évole y su equipo

La cinta de Évole abre puertas en formatos de los que se nos había asegurado estaban estancos y amanerados

hicieron en formato entrevista con Pau Donés dos semanas antes de su muerte. Una entrevista solicitada por el músico y que, como suele ser ya habitual con Évole, abre puertas en formatos de los que se nos había asegurado estaban estancos y amanerados. Donés quería entregar en forma de regalo una lección de vida y muerte. Quizás a sus más allegados, pero, en cierto modo, a todos nosotros. Impacta, al principio de la cinta, el aspecto físico del cantante, pero lo olvidas. Évole siempre consigue eso con un guión lleno de gateras que hace que evitemos lo excesivame­nte trascenden­te, lacrimógen­o o intenso. El humor, la ternura, el respeto. La naturalida­d como el punto más corto entre lo que quieres preguntar y preguntas. En medio de la naturaleza, el imán creador de Jarabe de Palo entona El sitio de mi recreo con una voz que ya no le responde y sabes que estás viendo algo único y especial, su polvo de estrellas. El cáncer, la rabia en sordina, avejentó el cuerpo de Donés y él nos lo quiso normalizar. Su cuerpo mostraba 200 años, pero su corazón y su mente muchísimos menos. Por algo siempre tuvo alma de músico cubano.

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ÓSCAR FERNÁNDEZ ORENGO La exposición fotográfic­a se exhibe a lo largo de la calle Larios de Málaga
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