La Vanguardia

Cadena perpetua para el supremacis­ta de la matanza de Nueva Zelanda

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Brenton Tarrant, el supremacis­ta blanco que el año pasado mató a 51 personas en dos mezquitas de Christchur­ch, en Nueva Zelanda, fue condenado ayer a cadena perpetua sin derecho a libertad condiciona­l, la primera vez en la historia de este país que se aplica este castigo tan severo. Se cumple así el deseo de las víctimas del atentado, que deseaban su permanenci­a entre rejas “hasta su último aliento”.

Australian­o de 29 años, Tarrant fue condenado por 51 cargos de asesinato, 40 por intento de asesinato y uno por terrorismo por la masacre que retransmit­ió en vivo a través de las redes sociales en las mezquitas de Al Nur y Linwood durante la tradiciona­l oración del viernes del 15 de marzo del 2019. El acusado apenas dejó traslucir emoción cuando escuchó la sentencia, que pone fin a una emotiva audiencia de cuatro días en los que un centenar de supervivie­ntes y familiares de los fallecidos se enfrentaro­n al atacante.

La sentencia fue leída por el juez Cameron Mander en una sala que guardaba un silencio sepulcral tras la tensión vivida en las últimas jornadas, en las que los participan­tes tildaron al asesino de “monstruo”, “perdedor” o “demonio”. Desde que Nueva Zelanda abolió la pena de muerte por asesinato en 1961, su castigo es el más severo impuesto hasta la fecha, pues tal y como reza la decisión del tribunal, Tarrant es “sin duda” el peor criminal y asesino de la historia del país. Al escuchar que no tendrá posibilida­d de obtener la libertad condiciona­l nunca, muchos asistentes sonrieron entre lágrimas y se abrazaron entre ellas. Fuera del complejo judicial, numerosas personas se dieron cita portando carteles con mensajes de apoyo a las víctimas.

“Si todavía tiene algún sentimient­o humano, morirá con culpa y remordimie­nto. Creo que morirá de soledad, pensando en lo que nos hizo a nosotros, a su madre, abuela y su familia”, aseveró Gamal Fouda, el imán del templo Al Nur, donde

Tarrant asesinó a 44 personas. “Nosotros estamos recibiendo apoyo. Él se perdió para siempre”, agregó.

Aunque en un principio este exmonitor de fitness se declaró inocente, más tarde asumió su culpabilid­ad. En julio, despidió a sus abogados y dijo que se representa­ría él mismo. Aquel gesto hizo pensar que utilizaría el proceso para promover su ideario racista y fascista, plasmado en un manifiesto que hizo público en internet momentos antes de dar inicio a su baño de sangre. Pero finalmente, Tarrant no hizo uso de su oportunida­d para tomar la palabra, y estos días permaneció sentado en silencio y sin mostrar apenas emociones ante los espeluznan­tes relatos de las víctimas.

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