La Vanguardia

Urkullu aparca el derecho a decidir y asegura su investidur­a

PNV y PSE sortean la pelea del estatus en el acuerdo de coalición

- JOKIN LECUMBERRI Pamplona

El principal escollo para reeditar el Gobierno de PNV y PSE en Euskadi se ha vuelto a sortear con una patada hacia delante. Esquivándo­lo. Como ya sucedió en el acuerdo para la coalición del 2016, jeltzales y socialista­s han optado por una redacción del pacto programáti­co que admite por omisión el choque entre fuerzas en torno al nuevo estatuto vasco debido a la inclusión o no, en él, del derecho a decidir. La profunda discrepanc­ia quedará así asumida en el seno del Gabinete de Iñigo Urkullu como una confrontac­ión natural entre los dos partidos que deberá dirimirse en la ponencia parlamenta­ria específica.

De las cinco hojas con las que cuentan las bases para el acuerdo de coalición cerrado ayer, el tema apenas ocupa dos líneas. PNV y PSE se compromete­n en el texto a “defender el autogobier­no y el cumplimien­to íntegro del Estatuto de Gernika y lograr un nuevo pacto estatutari­o para una nueva generación”. La primera parte está encarrilad­a tras el pacto con el Gobierno de Sánchez para el traspaso de la treintena de competenci­as pendientes a Euskadi, entre las que sobresale la gestión económica de la Seguridad Social. Las diferencia­s, hondas, se encuentran en el segundo punto.

PNV y EH Bildu pactaron el pasado año un borrador de nuevo estatuto de marcado corte soberanist­a, pero finalmente los jeltzales modularon sus expectativ­as echándose para atrás y dando un giro que acabó con un acuerdo de mínimos con Podemos y el PSE. El origen del entuerto estaba y sigue estando en el derecho a decidir. La vía unilateral defendida por EH Bildu no cuadra con la estrategia de Sabin Etxea, pero las posturas del pacto alternativ­o con morados y socialista­s también chirrían en la materia. El PNV y Podemos aceptaron incluir el término en una disposició­n adicional de la futura ley orgánica pero con distintas formas, mientras que el PSE rechazó frontalmen­te que apareciera la expresión. Los socialista­s creen que el asunto echa por la borda cualquier acercamien­to y, de hecho, en su momento se negaron a poner su firma en un documento que citara el derecho a decidir. La patata caliente ha llegado a una nueva legislatur­a en la que, esta vez sí, debería acometerse la renovación del Estatuto de Gernika, de 1979 y el único del Estado que no ha sido actualizad­o. En el acuerdo programáti­co de Gobierno definitivo, que estará monopoliza­do por el refuerzo de la sanidad vasca, la reactivaci­ón económica y la recuperaci­ón del empleo tras la crisis de la Covid-19 se espera que, como en el 2016, PNV y PSE se comprometa­n a desarrolla­r el nuevo estatuto siguiendo los cauces legales, una redacción en la que ambas partes se sienten cómodas y no las compromete. El acuerdo de coalición asegura la investidur­a por tercera vez consecutiv­a de Iñigo Urkullu como lehendakar­i el próximo día 3 de septiembre. Esta vez, además, contará con una holgada mayoría absoluta –41 escaños sobre 75, 31 jeltzales y 10 socialista­s–.

PNV y Podemos aceptaron el término en el pacto de mínimos para el nuevo estatuto, pero el PSE no

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JAVIER ETXEZARRET­A / EFE El lehendakar­i Urkullu el pasado martes

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