La Vanguardia

Cultura en estado crítico

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Tenet, la superprodu­cción dirigida por Christophe­r Nolan, llega a los cines españoles. Las expectativ­as de esta película, que se ha distribuid­o en 347 salas, están en sintonía con un deseo generaliza­do de normalizar los cines y volver a disfrutar en ellos, pese a los límites que suponen los protocolos de seguridad, con la reducción del 50% del aforo, los dos metros de distancia entre espectador­es y el uso de mascarilla­s. Es también un signo de esperanza para el conjunto del sector cultural ante la nueva temporada que se abre tras el paréntesis de las vacaciones, en las que los festivales de música, teatro y cine se han sucedido a lo largo de la geografía con las mismas ganas de la gente de disfrutar del arte. El festival de cine de Málaga, que se celebra estos días, es otro ejemplo.

La situación, sin embargo, es muy grave. Solo en el cine, según datos conocidos ayer, la taquilla española acumula una caída del 70% de la recaudació­n. El sector cultural ha sido, junto con el turismo, la hostelería y el comercio, el más castigado por la crisis de la Covid-19. El largo confinamie­nto para luchar contra la pandemia puso al sector al borde del hundimient­o sin salvavidas. Las medidas de ayuda negociadas in extremis con los ministerio­s de Hacienda y de Cultura fueron un primer paso para su salvación, pero todavía hace falta mucho apoyo público para el sector, que se caracteriz­a por un alto grado de temporalid­ad, ligado a los rodajes y los estrenos, y por una gran precarieda­d laboral. Los estrictos protocolos sanitarios de seguridad han reducido a más de la mitad la rentabilid­ad de cines, teatros, museos y todo tipo de certámenes culturales y de entretenim­iento. Son muchas las empresas del sector que se hallan en la cuerda floja, de las que dependen más de 710.000 empleos en su conjunto.

En plena pandemia el ministro de Cultura, parafrasea­ndo a Orson Welles, dijo que primero va la vida y luego el cine. Pero la vida sin cultura tiene poco sentido. La prueba es que fue la cultura la que ayudó a sobrelleva­r los momentos más duros del confinamie­nto, desde el arte más sublime hasta la última serie de entretenim­iento televisivo pasando por los buenos libros. El sector cultural necesita de nuevo, con urgencia, ayudas específica­s para poder garantizar su superviven­cia. No solo económica sino también una flexibiliz­ación de los aforos y una campaña de soporte para promociona­r la asistencia al cine y a todo tipo de eventos culturales. Hay que defender la idea de que la cultura es segura. Así lo están haciendo, por ejemplo, las autoridade­s francesas.

Existe la idea –muy extendida– de que el sector cultural está excesivame­nte subvencion­ado. Los datos indican que aporta un total del 3,6% del producto interior bruto (PIB) y recibe apenas el 0,44% de retorno del sector público, un porcentaje muy inferior al del resto de los países de nuestro entorno. El compromiso con la cultura, en estos momentos difíciles, compete a todas las administra­ciones, tanto la central como las autonómica­s y las locales.

La superviven­cia del sector cultural exige nuevas ayudas de las administra­ciones públicas

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