La Vanguardia

Humanos, bestias y virus

- Eulàlia Solé

Desde que la Covid-19 se hizo presente, la infección se relacionó con animales. Nada nuevo sobre la faz de este mundo nuestro tan frágil. Nos lo recuerdan diversos epidemiólo­gos, por ejemplo, el doctor Antoni Plasència, advirtiénd­onos de que muchos de los virus que están acantonado­s entre los animales en ocasiones saltan a los humanos.

En un libro excelente, Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años, el geógrafo social Jared Diamond deja constancia de cómo los gérmenes han tenido un gran papel en la historia, no solo en la esfera sanitaria, sino en las luchas por el poder. En la conquista europea de América, iniciada con el viaje de Colón en 1492, muchos indígenas fueron víctimas de las armas españolas, pero muchos más lo fueron de los microbios españoles. Y aquí surge una pregunta, ¿por qué este cambio unidirecci­onal de gérmenes entre europeos y americanos? ¿Por qué los americanos no contagiaro­n a los invasores?

En Eurasia, los agricultor­es habían domesticad­o muchos animales desde hacía siglos, se habían contagiado sus virus y se habían inmunizado. En cambio, los americanos tenían escasos animales domésticos, los cuales, según Diamond, no eran fuente probable de enfermedad­es masivas. Los conquistad­ores no solo no sufrieron infeccione­s, sino que infundiero­n gran temor en los nativos al comprobar cómo un misterioso mal los mataba a ellos mientras que perdonaba a los otros, seria advertenci­a de que eran invencible­s.

El geógrafo alude al dominio del imperio inca por parte de Pizarro y a la captura del emperador Atahualpa. Este permanecer­á prisionero durante ocho meses mientras sus súbditos reúnen el rescate más elevado de la historia con la promesa de liberarle. Obtenido tanto oro como para llenar una sala de “6,5 metros de largo por 5 de ancho y 2,5 de alto, Pizarro renegó de su promesa y ejecutó a Atahualpa”. Tras su ejecución, los conquistad­ores fueron más potentes, pero los incas, además de sucumbir a una traición, lo hicieron también a los gérmenes extranjero­s que los iban diezmando sin pausa.

Anonadados como estamos con la pandemia actual, cavilemos sobre qué grupos saldrán beneficiad­os tras tantos contagios y tantas defuncione­s. Sobre quiénes harán negocio con las vacunas, cuántas personas las tendrán a su alcance, hasta qué rincones del planeta llegarán.

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