El Tour enmascarado
El prefecto de los Alpes Marítimos anuncia una situación de “casi puerta cerrada”
El Tour pensó que cuanto más tarde, mejor. Ante la propuesta inicial de arrancar el 1 de agosto o, a más tardar, el día 8, prefirió esperar y consideró que concentrar los esfuerzos en el 29 de agosto era la medida más juiciosa. Pero ahora, a pocas horas ya de la puesta de largo de la 107 edición de la competición ciclista más famosa del mundo, no todo se ve igual.
En Francia la pandemia se desboca y las medidas sanitarias se incrementan. Veintiuno de los 101 departamentos franceses han pasado a alerta roja, acaba de anunciar el Gobierno francés. Y ahora no hay vuelta atrás. El Tour debe salir de Niza mañana, de la misma forma que las autoridades francesas confirman que el próximo lunes deben abrir las escuelas para el nuevo curso y los periodos vacacionales se van cerrando ante la amenaza inexorable de la llegada del mes de septiembre. Es la famosa rentrée (pronúnciese con la erre más gutural que puedan conseguir), que en Francia inunda todas las actividades estos días. Y el Tour, competición itinerante por antonomasia, que hoy puede deambular por una región en alerta roja (como es el caso de Niza y los Alpes Marítimos) y mañana estar en otra de color más suave, asoma la cabeza. Precisamente ahora. En la rentrée del coronavirus.
A las medidas sanitarias ya en vigor, ayer mismo se unieron nuevas limitaciones. En las dos primeras etapas, que transcurren en el entorno de Niza este fin de semana, no podrá haber ningún espectador sin mascarilla. Tampoco se podrá aparcar ningún coche en los puertos de montaña programados. El prefecto de los Alpes Marítimos ha avanzado que en su territorio el Tour se disputará en una situación de “casi puerta cerrada”.
El régimen de estrecheces que afecta este año al Tour ya ha causado los primeros efectos visibles. La carrera solía desplazar diariamente unas cinco mil personas y serán apenas tres mil este 2020. La caravana publicitaria que precede el paso de los ciclistas y atiborra de pequeños regalos a los pacientes espectadores constará de unos cien vehículos, por los 160 habituales en años precedentes.
Buena parte de la reducción de efectivos de la familia del Tour proviene de las televisiones. Sólo dos cadenas han mantenido sus enviados especiales: la italiana
RAI y la alemana ZDF. El resto ha optado por retransmitir desde los estudios de sus capitales respectivas, como ya viene haciendo TVE en los últimos Tours. Incluso la cadena francesa, con un despliegue de medios impresionante en el Tour, ha optado por la discreción. France Télévisions ha reducido su equipo de desplazados, que pasan de 150 a 50. La locución también se hará, de forma excepcional, desde París.
Las 190 televisiones que retransmiten el Tour de Francia no han modificado su apuesta por la carrera, pero el bullicio de técnicos, cámaras y comentaristas, las cocinas y comedores ambulantes y el amasijo de cables que se reunían anualmente en la denominada Zona Técnica del Tour queda reducido a la mitad. Si habitualmente ocupaba nueve mil metros cuadrados (salvo en finales en alto) en esta ocasión bastará con 5.500. El Tour intenta sobrevivir enmascarado.
EN ALERTA
La pandemia se desboca en Francia y la carrera incrementa las medidas sanitarias preventivas