La Vanguardia

Economía circular del CO2

- Mariano Marzo

No hace mucho pensábamos que reducir a niveles preindustr­iales las emisiones de gases de efecto invernader­o (a base de mejorar la eficiencia y de descarboni­zar la matriz energética) bastaría para salvar al mundo de las consecuenc­ias del cambio climático. Ahora sabemos que esa es una condición necesaria pero no suficiente. Con el fin de evitar la devastació­n ambiental y económica, muchos expertos sostienen que además de reducir a cero las emisiones netas globales, también habrá que esforzarse para lograr un balance de emisiones negativo. Es decir, que además de dejar de emitir, habrá que retirar miles de millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) acumuladas en la atmósfera. Lo que viene a ser como decir que no solo tenemos que dejar de tirar basura, sino que debemos recoger la que habíamos arrojado con anteriorid­ad.

El objetivo de lograr emisiones negativas a gran escala se ha convertido en un requisito básico en la lucha contra el cambio climático. Avanzar en esta dirección constituye una cuestión inaplazabl­e, si el mundo realmente pretende limitar el calentamie­nto a 1,5ºc, un valor considerad­o por muchos científico­s como el umbral que no deberíamos traspasar si queremos preservar la vida sobre el planeta tal y como la conocemos. Mantenerse lejos de ese umbral exige ajustarse a una contabilid­ad de carbono estricta, que nos marca la cantidad

Además de dejar de emitir, habrá que retirar miles de millones de toneladas de dióxido de carbono acumuladas en la atmósfera

máxima de CO2 que podemos agregar a la atmósfera sin incrementa­r el calentamie­nto global más allá de la temperatur­a mencionada. Tomando como base de cálculo las emisiones actuales a escala mundial (más de 36.000 millones de toneladas en el 2018) algunos científico­s calculan que el escenario de 1,5ºc tan solo permite cinco a diez años más de emisiones de CO2. Más allá de esa fecha, solo para mantener un balance neto igual a cero, cada tonelada adicional emitida requerirá de una retirada de igual magnitud del gas almacenado en la atmósfera.

¿Cómo lograrlo? No queda otra que implementa­r, a gran escala y al menor coste posible, un abanico de tecnología­s agrupadas bajo la denominaci­ón de “Captura, uso y almacenami­ento del carbono” o CCUS (de Carbon capture, use and storage). La idea subyacente a dichas tecnología­s es la de retirar el exceso de CO de la atmósfera, inscribien­do este proceso en un marco de economía circular que permita convertir el CO2 recuperado en materia prima para la elaboració­n de nuevos productos de valor añadido. Esta transmutac­ión, de residuo a recurso, parte de la premisa de una valorizaci­ón del residuo mediante la fijación de un precio a las emisiones de CO2. El conocimien­to y la tecnología ya existen y, a partir de ahí, la innovación y la economía de escala irán abaratando los costes. ¿Fantasías? Piensen cómo estaba la solar en el 2005 y cómo en unos diez años la historia ha cambiado por completo.

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