REGRESO A LA GUARDERÍA
Buen funcionamiento en el primer día de una guardería barcelonesa
Los más pequeños regresaron ayer a las aulas, en medio de estrictas condiciones de seguridad para evitar o minimizar el riesgo de contagios por la Covid-19. Control de temperatura, limpieza de manos, desinfección de las suelas de los zapatos y entrada escalonada forman parte del nuevo ritual de llegada a la guardería. La primera jornada transcurrió con normalidad.
Los alumnos más pequeños ya han estrenado el curso 2020-2021. Empezaron ayer, primer día de septiembre, en los jardines de infancia privados, ignorantes de toda la cautela sanitaria que se ha desplegado a su alrededor para protegerles del coronavirus. El próximo 14 de septiembre abrirán las escuelas infantiles municipales.
Predominó la prudencia por parte de todos los adultos. “Los padres vinieron muy informados, trajeron a sus hijos de forma escalonada, a la hora que habíamos indicado, para evitar aglomeraciones”, explica Carme Roca, subdirectora del Timbalet. Y, sorpresa, entraron hasta la clase. A última hora del día anterior inspección autorizó este acompañamiento. “Los padres han podido pasar, por turnos, hablar con la educadora, ponerle cara, despedirse del niño, no en la puerta sino en un lugar acogedor”, indica Roca. “La tranquilidad también se contagia”.
Para entrar, los pequeños pasan primero delante del termómetro, se ponen gel y pisan una alfombra que desinfecta la suela del zapato, aunque se descalzan a continuación.
Los grupos estables no son mayores de 7 niños (se permite hasta 13 en P-1 y 15 en P-2). Hay una educadora que convive con ellos, sin mascarilla dentro del aula. La normativa es prolija en indicaciones. Los críos comparten juguetes, que se limpian con frecuencia y se desinfectan al final de la jornada. Cada vez que algún adulto entra en la sala, extiende el gel sobre las manos y no se quita la mascarilla, como un sanitario entrando en una sala de hospital. “Son hábitos, como el limpiar las manetas, a los que nos acostumbraremos enseguida”, indica Roca. Los niños comen y duermen en el mismo aula.
Estos días son de adaptación. “Los padres, al contrario que otros años, no han llamado, están siendo muy respetuosos en todo”. Lloraron algunos pequeños, claro está, en su primer día separados de las familias. Y encontraron los brazos de su educadora que estuvo, mayormente, a su altura, en el suelo. No se han matriculado bebés en este curso.
Una de las restricciones de junio, cuando las guardería podían abrir, fue precisamente la de los menores de 1 año, y en este curso no se han apuntado. “Hay mucho miedo en las familias, mucho, y buscan planes alternativos”, indica la subdirectora. En el Timbalet hay 30 niños matriculados, de los 72 que había el curso pasado. Ayer fueron 20. “Unos prefieren traerlos en 15 días, cuando se estabilice la gente que viene de vacaciones, otros se autoimponen una cuarentena, y, finalmente, hay padres que están en el pueblo, teletrabajando”.
La baja afluencia obliga a mantener en regulación de empleo a 4 trabajadores de los 11 de plantilla. “La crisis es tremenda. Meses sin abrir, inversiones importantes (como el aire acondicionado) y poca asistencia, vamos a ver si podemos tirar adelante”, apunta Roca, “pero la jornada de hoy nos da confianza de que esto puede funcionar”.