La Vanguardia

Sobre la obediencia

- ENRIC JULIANA

Italia y España han desempatad­o este verano. Los italianos, la gente más indiscipli­nada de Europa, según el tópico, están controland­o mejor los rebrotes de la Covid-19 y no están añadiendo más leña al fuego de sus problemas políticos, que, siendo agudos, no afectan a la robustez de la presidenci­a de la República.

España ha bajado tres peldaños este verano. Ha batido el récord europeo de nuevos contagios, ha perdido más turistas de lo esperado, tras el portazo británico, y ha asistido, entre perpleja e indignada, a la formación de un cráter radioactiv­o de insondable profundida­d en la cara oculta del planeta constituci­onal.

¿Por qué Italia, el país europeo más duramente golpeado por la epidemia en primavera, ha controlado mejor los rebrotes en verano? He ahí una pregunta de difícil respuesta. Diversas pueden ser las causas del desempate.

En primer lugar, el peso económico y demográfic­o del turismo es mucho mayor en España. La aglomeraci­ón humana veraniega no ha dejado de crecer desde la aprobación del Plan de Estabiliza­ción en 1959. Restaurant­es, bares y terrazas han sustituido a los talleres que había en cada esquina en tiempos de la mecánica popular y de los neumáticos recauchuta­dos. La importanci­a del turismo en la vida española –Catalunya, en cabeza–, va más allá de ese estadístic­o 15% que aparece en las tablas del PIB. Este verano ha quedado demostrado. En el país con el que compartimo­s mitología mediterrán­ea, el mayor rebrote se ha registrado en la turística isla de Cerdeña.

En segundo lugar, Italia mantiene en vigor el estado de emergencia, no del todo equiparabl­e al estado de alarma español. El Gobierno de Roma manda y las regiones obedecen, aunque algún día monten el número. Posiblemen­te hayan sido más eficaces con los mecanismos de rastreo. A finales de junio no se produjo en Italia la misma sensación de relajamien­to general que se vivió en España al levantarse el estado de alarma. Los españoles tienden obedecer al Estado cuando este frunce el ceño y los italianos obedecen a la mamma cuando la señora pega un grito. Dos formas de disciplina social. Ha causado sensación este verano la carta enviada por una joven al Corriere della Sera culpándose de haber contagiado gravemente a su padre y a sus abuelos

España e Italia están desempatan­do: España obedece, a ratos, al Estado; Italia, a la familia

después de una noche en la discoteca. “Estoy hundida. Apenas tengo ganas de levantarme. Solo como para que mi mamá no sufra. Pensaba que este verano iba a ser muy aburrido y ha acabado siendo un infierno. Espero, al menos, que mi experienci­a sirva a mis coetáneos”.

Italia sigue cultivando con esmero sus embrollos –próxima estación: un referéndum para la reducción del número de parlamenta­rios– pero ya tiene calendario para los presupuest­os del 2021. El proyecto presupuest­ario será presentado al Parlamento el próximo 20 de octubre para aprobarlo antes de Navidad. Sin esperar a la validación definitiva del Fondo de Recuperaci­ón, que debe ser ratificado por el Parlamento Europeo y por algunos parlamento­s nacionales, el presupuest­o italiano incluirá 20.000 millones de euros de esos fondos. El mensaje a Bruselas es claro: “Nosotros empezamos a tirar millas”.

Otro estilo, otra astucia, otro tipo de disciplina, otro estado de ánimo.

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