La Mostra desafía al virus
Venecia inaugura sin estrellas el primer festival de cine de la pandemia
Aquien en marzo se hubiese aventurado a pronosticar que el primer festival de cine después de la pandemia se celebraría en Italia se le habría cuestionado la cordura. Parece increíble, pero es cierto. Hoy la Mostra de Venecia estrena su edición 77, la más difícil de organizar, y donde no habrá muchos actores multipremiados pero sí mascarillas, distancia de seguridad, nuevos espacios para ver películas al aire libre y gel desinfectante.
El festival de cine internacional más antiguo del mundo vuelve a sus orígenes para desafiar al virus: la Mostra empezó en 1932 con una sala en el exterior de la terraza del hotel Excelsior, el mismo en cuyo embarcadero suelen aparecer las estrellas de Hollywood. Si Cannes se suspendió por la pandemia, Venecia ha seguido adelante para demostrar que puede haber mucho cine aún con el coronavirus. Eso sí, con un certamen reducido y aceptando que fallarán protagonistas.
El León de Oro será disputado por 18 largometrajes –tres menos que el año pasado– con la mayoría de películas venidas de Europa y Oriente Medio. Se echará de menos una alfombra roja repleta del glamour de los grandes nombres de EE.UU., que no viajan por las restricciones sanitarias. Sí estará Tilda Swinton, que protagoniza un cortometraje de media hora de Pedro Almodóvar, The human voice, su primera cinta en inglés, basada en la obra homónima de Jean Cocteau. Es la Mostra de Swinton, quien recogerá además el León de Oro por su trayectoria junto con la cineasta hongkonesa Ann Hui.
Se espera con ganas a Frances Mcdormand –Oscar a mejor actriz por Fargo (1997) y Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2018)–, con un interesante papel en Nomadland, un filme de Chloe Zhao que relata historia de una mujer que, después de perderlo todo en la crisis, hace las maletas y empieza una vida fuera de la sociedad convencional. La actriz australiana Cate Blanchett preside el jurado internacional, un jurado con cambios de última hora a causa del virus. Matt Dillon es la última incorporación en sustitución del director rumano
Cristi Puiu. Además forman parte la directora austriaca Veronika Franz, la directora británica Joanna Hogg, el escritor Nicola Lagioia, el cineasta alemán Christian Petzold y la actriz francesa Ludivine Sagnier.
Venecia ha hecho los deberes y apuesta por las mujeres para aparcar las polémicas de las anteriores ediciones. Sin ir más lejos el año pasado la presidenta del jurado, Lucrecia Martel, plantó a Roman Polanski
en la gala de presentación de
El oficial y el espía en solidaridad con la víctima de su violación. En el 2019 solo había dos directoras mujeres que aspiraran al León de Oro. Esta edición ocho películas de las dieciocho que están en la selección oficial están dirigidas por mujeres cineastas. Entre ellas Miss Marx (Susanna Nicchiarelli), sobre la hija pequeña de Charles Marx, o
Amants, de la francesa Nicole Garcia,
que cuenta la historia de dos mujeres que se enamoran en la América profunda de finales del siglo XIX.
Si en la edición anterior triunfaron Marriage Story o Joker, este año Venecia apoya a los directores jóvenes y al cine independiente para un festival del que se han retirado películas que se esperan a ediciones más tranquilas. Es el caso del último trabajo de Sofia Coppola, aunque sí estará su sobrina, Gia Coppola, que dirige Mainstream, una historia de amor y redes sociales dentro de la sección Horizontes, dedicada a las nuevas corrientes expresivas, y segunda en importancia del certamen.
Optarán al León de Oro viejos conocidos del festival como el ruso Konchalovsky, que ganó el León de Plata en 2003 por La casa de los engaños, y que ahora estrena ¡Queridos camaradas!, sobre las manifestaciones de trabajadores de 1962 en la Unión Soviética. El israelí Amos Gitai esta vez llega con Una noche en Haifa, acerca de cinco mujeres en una velada en un club de la ciudad.
En el Lido se hablará, y mucho, de documentales fuera del concurso. La apuesta por la no ficción es importante, con once cintas, entre ellas Greta, sobre la activista climática; Final Account, basado en entrevistas a testigos y protagonistas para contar el Holocausto desde el punto de vista del nazismo; o La verità sulla Dolce Vita, en el primer centenario del nacimiento de Fellini. Ayer en la preapertura ya se podía ver Molecole, una película del veneciano Andrea Segre, que grabó las calles vacías de su ciudad durante la pandemia.
La Mostra de Venecia solo se ha suspendido en dos ocasiones, durante el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Europa intentaba levantarse después de años de conflicto, y en los setenta para renovar la Bienal. Contra todo pronóstico, ayer había un trajín de grúas y obreros que estaban colocando los últimos paneles. Venecia está preparada para desafiar al virus.
BASADO EN COCTEAU
Almodóvar lleva ‘The human voice’, su primer trabajo en inglés, un corto con Tilda Swinton
VENECIA APRENDE LA LECCIÓN
Ocho de las dieciocho películas que optan al León de Oro están dirigidas por mujeres