La Vanguardia

El caso Messi

- Joan Golobart

Situación compleja la del Barcelona ante la solicitud de Lionel Messi de marchar de la entidad. Sin duda una situación que duele a todos pensando que aquel binomio que formaban el Barcelona y el astro argentino era garantía de éxito. Y en la mente de todos queda la sensación ante la falta de competitiv­idad en la Champions en los últimos años y en la Liga después del confinamie­nto que todo tiempo pasado fue mejor.

Pero como en otras muchas ocasiones la nostalgia nos hace pensar que todo eso puede volver cuando es muy improbable que así sea.

El gran Barcelona se sostenía en un Messi incontesta­ble sumado a un grupo de jugadores que sin él fueron capaces de ganar la Copa del Mundo de seleccione­s.

Messi, siendo segurament­e uno de los mejores jugadores del momento, no es el mismo y los jugadores que le rodean o son otros, menos buenos, o los mismos ya envejecido­s, en un fútbol en constante evolución.

Y lo que es peor, el mismo Messi ha sido un elemento principal que ha impedido que existiera una transición hacia el Barcelona sin Messi exitosa. No se puede cobrar 50 millones de euros netos sin influir en la capacidad de pago a los jugadores que le rodean. No se puede hacer crecer a los jugadores si se ven obligados por el miedo al error, a recurrir a Messi por su grandeza futbolísti­ca para que resuelva la papeleta.

No se puede tener a Messi sin desgastars­e para que se mantenga fresco para las acciones ofensivas y a su vez alinear a un delantero centro

El gran Barça se sostenía en un Messi incontesta­ble sumado a unos jugadores que sin él ganaron el Mundial

sin competenci­a en el banquillo que juega sí o sí independie­ntemente de si se mueve o no, que es su íntimo.

Por este motivo creo que es un error que daña a la institució­n, pensar en la búsqueda de culpables. Segurament­e todos los estamentos del club habrán cometido errores y aciertos pero la senda de la victoria constante no existe y menos en deportes colectivos donde es mucho más complicado gestionar el éxito y los egos.

Donde un vestuario puede ser como un cuchillo que sangra al club en una especie de demanda colectiva constante de que quiero ganar más y más. Les aseguro que tengo la percepción por las manifestac­iones leídas y escuchadas desde la derrota ante el Bayern, que los que salieron a jugar fueron Bartomeu y su directiva.

Volver a la grandeza anterior requiere moverse en el ámbito de la humildad y es difícil tenerla si no existe respeto por la institució­n.

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POR LA ESCUADRA

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