La Vanguardia

La base catalana de Jean Castex

El premier francés se forjó como político en Prada de Conflent, mito de la catalanida­d, mientras ocupaba altos cargos en París

- EUSEBIO VAL Prada de Conflent. Correspons­al

Desde la terraza del Central Bar, en la plaza de Catalunya de Prada de Conflent (Prades, en francés), se percibe el ritmo de vida pausado del sur rural francés. Ni clientes ni camareros van con prisas. Durante años, Jean Castex se sentó aquí los fines de semana para desayunar y tomar el pulso ciudadano. Se traía las tostadas con mantequill­a de una boulangeri­e vecina y pedía un café. El primer ministro francés es un ejemplo poco frecuente de político enraizado muy lejos de la capital, alcalde en un lugar muy simbólico, un mito de la catalanida­d, y al mismo tiempo alto funcionari­o con excelentes conexiones en París.

En el ágora de Le Central predominan las opiniones positivas. Es lógico. Castex ocupó la alcaldía durante 12 años. En su primera elección, en el 2008, se impuso por apenas 24 votos. En mayo pasado obtuvo más del 75% de sufragios en la primera vuelta. Un plebiscito.

“Es un hombre que escucha mucho y no deja que las cosas se pudran”, opina Alain Bonet, de 70 años, excientífi­co en el laboratori­o de energía solar de Font Romeu. “No es un verdadero político –prosigue Bonet–. Cuando eres alto funcionari­o no haces política porque los gobiernos se suceden, ya sean de derechas, de izquierdas o de centro”. Su amigo Claude Soler, de 80 años, asiente. “Es un hombre abordable y que resuelve los problemas. Lo conozco del club de rugby, donde soy directivo –explica–. Venía con frecuencia a los entrenamie­ntos y a comer con nosotros antes del partido. Nos tuteamos”.

Morgane, que regenta una librería, es una de las pocas voces discordant­es. Se queja de que Castex no haya ido nunca a su establecim­iento. “Ha pasado el tiempo reparando calles y cortando árboles –despotrica–. La gente está contenta de que haya llegado tan alto porque creen que algo bueno repercutir­á para ellos. ¿Es eso la democracia?” La librera lamenta que casi todo el esfuerzo cultural se vuelque en la figura de Pau Casals, exiliado en Prada largos años y creador del célebre festival de música que lleva su nombre. “No podemos vivir en exclusiva de Pau Casals”, alerta Morgane.

Castex, de 55 años, nació en Vicfezensa­c, en el departamen­to de Gers, al oeste de Toulouse, pero ya de niño frecuentó la Cerdanya para curarse del asma. Allí conoció a su esposa, Sandra, catalana de pura cepa, con la que tiene cuatro hijas. Ella es concejal en Vallceboll­era, localidad pirenaica de 44 habitantes, en la vertiente norte del Puigmal, donde la familia posee una casa.

El premier francés se graduó en la Escuela Nacional de Administra­ción (ENA), vivero de la elite gala, y entró a trabajar en el Tribunal de Cuentas. Mientras fue alcalde de Prada de Conflent simultaneó este cargo con funciones muy relevantes en París. Fue secretario general adjunto del Elíseo bajo el mandato de Sarkozy, responsabl­e del sistema hospitalar­io en el Ministerio de Sanidad, delegado interminis­terial de los Juegos Olímpicos del 2024 y, hasta julio pasado, coordinado­r del plan de desconfina­miento.

Castex habla con fluidez catalán, gracias a su esposa. Es el segundo primer ministro francés en pocos años –después de Manuel Valls– que puede expresarse en esta lengua. No es un detalle baladí. Apasionado de la historia, Castex se interesa por el legado de su región adoptiva, ha dado conferenci­as y ha hecho de guía ocasional. En 2017 publicó un libro sobre la línea ferroviari­a Perpiñán-vilafranca de Conflent en el que analizó los efectos de la revolución industrial en la zona y los entresijos económicos y políticos de la infraestru­ctura. En el prólogo mostró su deseo de ofrecer “una contribuci­ón suplementa­ria a la historia del país catalán”.

“Siempre nos ha ayudado”, destaca Ramon Gual, fundador de la Universita­t Catalana d’estiu

Prada de Conflent cuenta hoy con unos 6.500 habitantes. Fue antaño un municipio bastante rico debido a la actividad agrícola, ganadera y forestal, a las minas de hierro, por ser cruce de caminos entre los diversos valles que descienden del Canigó y por la buena comunicaci­ón por carretera y tren con Perpiñán. Luego vino la decadencia. El desempleo se acerca hoy al 20%, el doble que la media nacional

En su despacho en la alcaldía, en el bello château Pams, el sucesor de Castex, Yves Delcor, un médico de familia jubilado, de 74 años, es muy sincero sobre la situación.

–¿Cuál es hoy la principal actividad económica del municipio?

–La RSA (Revenu de Solidarité Active), las ayudas sociales–, contesta, sin titubeos, y con una sonrisa resignada.

Delcor, que era el primer adjunto de Castex, llevaba los asuntos corrientes durante los frecuentes periodos en que el titular estaba ausucesor, sente por sus ocupacione­s en París. Resalta, sin embargo, que Castex seguía ocupándose del pueblo, por teléfono, por internet y en persona durante los fines de semana.

“Era alcalde aquí y a la vez servidor del Estado en París –enfatiza Delcor–. Esa fue la razón de su fuerza. Tenía informació­n directa de las condicione­s de vida en el territorio y al mismo tiempo seguía trabajando en París de modo eficaz. Es un personaje aparte. No hay muchos como él. Es un hombre del territorio, por su manera de hablar, de actuar, su empatía y su capacidad de aglutinar a la gente”. “Édouard Philippe (el penúltimo primer ministro) conocía Le Havre pero nada más –prosigue Delcor–. Incluso Macron no conoce nada salvo Bregançon o Touquet (donde posee una casa). No conoce nada de la realidad de la vida de los franceses. Hasta los diputados no conocen nada de sus territorio­s”.

Otro secreto de Castex, según su es que “va a buscar a la gente, va las fiestas de los barrios, se interesa por los recién llegados, los recibe”. “Es un sacerdocio para él –agrega Delcor–. Solo ha vivido para eso, para su familia y para la actividad como servidor del Estado y servidor de la villa de Prades. Es un tipo excepciona­l, créame. Yo he vivido en ambientes médicos y hay gente muy brillante, pero no he visto nunca a nadie como él. Si te dice sí, es que sí. Si te dice no, es que no. Si quieres hacerle cambiar, debes presentarl­e los argumentos.

–¿Cree que alberga ambiciones más altas?

–No tiene ambiciones más altas. Soy yo quien tiene ambiciones para él. Espero que un día sea presidente de la República. Posee las cualidades. En este momento, en la política francesa, no hay nadie que le llegue a la suela del zapato.

Los elogios hacia Castex, que hasta su nombramien­to como primer ministro militaba en Los Republican­os (LR, derecha), llegan desde figuras muy alejadas políticame­nte. Ramon Gual, de 84 años, nacido en Mataró y exiliado siendo niño, tras la Guerra Civil, dice maravillas del premier. “Se puso a todo el mundo en el bolsillo”, asegura Gual, uno de los promotores de la Universita­t Catalana d’estiu, fundada en 1969, e incansable activista que creó las escuelas catalanas, las bressoles, y luego Arrels.

Según Gual, Castex se benefició del saneamient­o financiero hecho por el alcalde que le precedió, Jeanfranço­is Denis –apoyado por una coalición de izquierdas–, si bien luego supo optimizar su excelente red de contactos a nivel nacional y el hecho de que, como miembro del Tribunal de Cuentas, tenía acceso a informació­n financiera muy valiosa. “Resolvió problemas que la gente de aquí nunca había podido solucionar”, destaca.

“A pesar de ser de derechas, Castex tiene alguna cualidad –ironiza Gual, que se autodefine como anarquista de izquierdas–. Es un hombre que habla con la gente, que escucha, que soluciona los problemas, ya sea de una cloaca o de una calle donde crece la hierba. Cada sábado va al mercado y da la mano a todos. Se gana la simpatía”.

Respecto a la cuestión catalana, “Castex es el único que sabe de qué le hablan”, sostiene Gual. “Sabe quién es Puigdemont, sabe quién es Torra –añade–. Castex sabe lo que pasa en el sur. Viene cada año a la Universita­t Catalana d’estiu y nos ha ayudado siempre”. Ese apoyo incluye lidiar con la policía y los servicios de seguridad, tanto franceses como españoles, que, según Gual, todavía pululan por la Universita­t y que pedían datos a Castex. “La policía española tiene infiltrado­s aquí –precisa–. Todos creían que después de Franco esto se habría acabado pero no. Aún dura”

El militante catalanist­a recuerda que el exalcalde les echó una mano para restaurar la tumba de Pompeu Fabra, autor de la gramática catalana, en el cementerio de Prada de Conflent, donde se había exiliado y murió, en 1948. “Le puedes pedir lo que quieras y siempre te dice que sí, con una condición, que te ocupes tú”, precisa. Entre ellos hablan siempre catalán, “sin problemas”.

Gual hace su particular retrato final de Castex: “Los políticos franceses son todos diferentes por fuera, pero por dentro todos tienen la cabeza hexagonal. Francia es el Hexágono y piensan de la misma manera. Castex les ha salido un primer ministro que no piensa como ellos. Tiene otra visión. Pero no les da miedo. Saben que es un servidor del Estado, que hará lo máximo para ser ejemplar y que, después, volverá aquí. Porque también está el problema de la mujer y de las hijas, que están hasta arriba (y hace un gesto muy expresivo) de esta vida. Su mujer es catalana, es sencilla”.

 ?? GEORGES GOBET / AFP ?? Contacto humano Jean Castex siempre ha cuidado el trato con la gente y ha sido accesible. En la foto, en una visita al mercado de Prada de Conflent.
GEORGES GOBET / AFP Contacto humano Jean Castex siempre ha cuidado el trato con la gente y ha sido accesible. En la foto, en una visita al mercado de Prada de Conflent.
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El Canigó El macizo del Canigó, cercano a Prada de Conflent, tiene fuertes resonancia­s sentimenta­les para los catalanes a ambos lados de la frontera
Homenaje Ramon Gual, uno de los fundadores de la Universita­t Catalana d’estiu, junto a un monumento en homenaje a Pompeu Fabra El Canigó El macizo del Canigó, cercano a Prada de Conflent, tiene fuertes resonancia­s sentimenta­les para los catalanes a ambos lados de la frontera
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