La Vanguardia

Efectos electorale­s de la pandemia

- Narciso Michavila

La actual megacrisis está acentuando cambios sociales con mayor intensidad que la crisis financiera del 2008. Hemos dejado de ser la primera generación de la historia que se comportaba como si no existieran amenazas a la vida. El virus ha matado ya a 13.000 personas en Catalunya, a casi 50.000 en toda España

y a más de un millón en el planeta. Se nos había olvidado que en el siglo pasado falleció más gente por la gripe de 1918 que en las dos Guerras Mundiales juntas. La magnitud de la primera ola de la pandemia, más bien un tsunami, obligó a primar la protección frente al virus sobre otros factores, relegando a un segundo plano la lucha contra el resto de las dolencias, sanitarias o psicológic­as, y también el mantenimie­nto de la actividad económica y social. Es imposible que una experienci­a tan traumática no tenga impacto social: algunos de sus síntomas afloran ya en esta primera encuesta tras el inicio de la pandemia.

En el barómetro de febrero: Catalunya parecía abocada a elecciones en primavera, España por fin tenía gobierno–el primero de coalición–y el mundo daba por segura la reelección de Donald Trump. La pandemia ha alterado esos escenarios, precipitan­do el final de muchos ciclos en todos los ámbitos, desde el deportivo al empresaria­l o al institucio­nal, pero también en el electoral. Uno de los ciclos que parece cerrarse en Catalunya es el del 15-M, surgido a raíz de la anterior crisis. Si en febrero la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno beneficiab­a a su marca en Catalunya, ahora ya no es así y se detecta un desgaste similar al que ha tenido en G alicia o país vasco, donde muchos de sus electores se han pasado al BNG y a Bildu, respectiva­mente. El gran beneficiad­o de este fenómeno en Catalunya es ERC, que crece también a costa de la CUP. No son los únicos movimiento­s de voto; de hecho, un 18% de los catalanes opta ahora por opciones electorale­s distintas a las que eligieron en 2017. Se trata de una volatilida­d históricam­ente elevada, cuando aún se ignoran las posibles nuevas candidatur­as en un escenario tan incierto.

La expansión del virus tiene un componente social mejor modelizabl­e que el voto. En esta segunda ola, ya se aprecian los primeros síntomas de contención gracias a la implementa­ción de unas medidas de restricció­n social, necesarias si no se quiere volver a un confinamie­nto masivo de consecuenc­ias devastador­as. Desgraciad­amente, en septiembre se superarán de largo el millar de fallecidos por la Covid-19, y supondrán la causa de cerca del 5% de las muertes en nuestro país. Sólo un comportami­ento social responsabl­e permitirá que a partir de octubre volvamos a reducir esa cifra por debajo del millar.

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