Más dinero para la vejez
Falta más dinero para atender a nuestros mayores. Lo que en principio ha sido un éxito de la medicina y de la sociedad, que permite el mantenimiento de la vida hasta edades muy avanzadas, choca con la falta de recursos suficientes para sostenerla. Las pensiones no dan para poder pagarse una residencia ni financiar la vejez, las ayudas para la dependencia no son suficientes ni llegan a todos, ya que hay una larga lista de espera, y la sanidad pública arrastra un enorme déficit en el que no cabe asumir la atención médica de las residencias, ya sean públicas o privadas. La atención de nuestros mayores, los presentes y los futuros, no puede contemplarse como algo confortable. Está asociada al sacrificio y a la precariedad. Esta es la dura realidad que algún día nos alcanzará a todos. El conjunto de la sociedad, sin embargo, mira hacia otro lado. Solo la pandemia de la Covid-19, con el gran número de muertos que se ha registrado en las residencias de mayores, ha hecho que aflorase el problema. Pero solo eso: ha aflorado el problema, pero no las soluciones ni el dinero. De momento solo hay mucho debate y palabras vacías. Pero eso debe ser un primer paso para la necesaria concienciación sobre la necesidad de arbitrar un nuevo modelo de asistencia a la vejez que cuente con la suficiente financiación.
Es urgente avanzar en la búsqueda de un sistema eficaz y sostenible que mejore la atención de la vejez y de la dependencia. El problema se va a agravar de forma exponencial a medida que la generación del baby boom vaya entrando en años. Hay que revisar los protocolos de asistencia, tanto en los domicilios como en las residencias, hay que vincular más la sanidad con el cuidado de la vejez, y hay que elevar el nivel general de exigencia en la atención a los mayores. Pero todo ello exige mayores recursos humanos y económicos que, de momento, nadie sabe de dónde pueden salir.
El gran problema de los centros de mayores es que el 97% de los residentes sufre patologías crónicas avanzadas y más de un 60% presenta demencias o problemas físicos que requieren una atención continua. Esto exige aumentar el nivel de atención médica y sanitaria de las residencias. La Generalitat, en este sentido, dio un gran paso cuando decretó que el tratamiento de los residentes fuera efectuado por los centros de atención primaria de cada barrio o ayuntamiento, tal como se pedía desde hace años desde el sector. Ello ha comportado contratar más personal sanitario. Pero la medida es solo un parche. Tan importante es curar como cuidar y eso no está reconocido a ningún nivel, ni sanitario ni económico.
El problema está en si la sociedad está dispuesta a pagar el coste que supone atender mejor a los mayores, sean o no dependientes. El drama que ha desvelado la Covid-19 en este ámbito debe tener su traducción en una reforma integral del sistema con el aumento correspondiente de los recursos necesarios.
La mejora del sistema de atención a los mayores requiere más recursos económicos y humanos