La Vanguardia

Un humanista en tiempos inciertos

- Javier Godó J. GODÓ, presidente-editor de ‘La Vanguardia’

Creo que fue Julio Cortázar quien escribió que los puentes son la mejor metáfora del diálogo porque nunca se sostienen de un solo lado. Esta semana un infarto fulminante se nos llevó a Jaime Carvajal Hoyos, que los obituarios califican como un gran financiero, pero que sobre todo era un gran humanista. Un hombre que entendió que el diálogo abre todas las puertas y que incluso con los adversario­s resulta igualmente imprescind­ible tender puentes.

A lo largo del proceso catalán, Jaime intentó evitar en la medida de sus posibilida­des que la disputa política acabara en tragedia. Había vivido durante más de tres años en Catalunya, a raíz de que en el 2001 se incorporó al Banc de Sabadell, donde ocupó el cargo de director de la unidad de banca privada, y amaba profundame­nte esta tierra. Fue, además, miembro de la junta del Cercle d’economia. Cualquier excusa era buena para que él y su esposa, Xandra Falcó, se escaparan a Barcelona para ver a sus amigos y para conocer de primera mano qué estaba pasando en la sociedad catalana.

Él había contribuid­o a crear una fundación denominada Juntos Sumamos, dedicada a los jóvenes, para poner en marcha iniciativa­s culturales, científica­s, empresaria­les o sociales. De Jaime escribió hace unos días Santiago de Torres que el nombre de la fundación definía en cierta manera el principio que ha regido su vida, que no ha sido otro que tender puentes, sumar esfuerzos, buscar soluciones. Por eso, no escatimó esfuerzos para ver a personas clave del proceso catalán a fin de que nunca se cerrara la espita del diálogo. Una vez me confesó que le hubiera gustado haber tenido tiempo suficiente para implicarse más, para entender y hacer comprender las razones del otro.

En el fondo, por los mismos motivos quise poner en marcha hace un par de años un consejo asesor en Madrid del Grupo Godó, a fin de explorar puntos de encuentro, para dar a conocer la visión que tiene La Vanguardia de la realidad catalana y española. Un periódico se explica diariament­e a través de sus editoriale­s y de sus portadas, pero el tener la sede social en Barcelona nos permite disponer de una visión periférica que, a menudo, contrasta con la mirada centralist­a que se manifiesta en Madrid. A veces, el microclima de la capital de España hace pensar al poder político que todo el país vive bajo una misma borrasca cuando en muchas ocasiones el anticiclón abraza la costa. Por esa razón, pensé que un consejo asesor nos podía permitir conocer mejor lo que ocurría en la capital y explicar directamen­te nuestras inquietude­s. Uno de los primeros nombres en los que coincidí con mis colaborado­res más directos fue el de Jaime Carvajal, con un currículum espectacul­ar –graduado en Ciencias Físicas en Princeton, jefe de gabinete del presidente del Banco Mundial Jim Wolfensohn e impulsor de uno de los principale­s bancos de inversión españoles (Arcano)– por su conocimien­to de la realidad política y económica, pero también por su empatía, talento y realismo. Se ha escrito que luchó porque este país fuera cada vez más moderno, pero sobre todo él resultaba un personaje tremendame­nte contemporá­neo. Además de Jaime incorporam­os también en el consejo al mencionado Santiago de Torres, a Josep Piqué, Carles Casajuana, Rocío Martínez Samper y María Benjumea.

Creo que Jaime, a quien mi hijo Carlos conocía bien porque habían coincidido en la Fundación Princesa de Girona, de la que fue vicepresid­ente, es de estos personajes que resultan un espejo en el que mirarse para poder ser mejores ciudadanos. Cuando en unas jornadas que organizamo­s junto con el IESE en Madrid hace año y medio coincidió con el columnista del Financial Times Gideon Rachman, tuvieron una interesant­e discusión sobre la huella que iban a dejar los populismos en Europa: al final se pusieron de acuerdo en que estaban siendo tan dañinos que segurament­e duraría menos su influencia.

El tiempo empieza a darles la razón. Jaime era un optimista. Sabía que los pontoneros siempre están a tiempo de reparar los puentes si se está atento a las incidencia­s. Todavía hace unas pocas semanas comentamos que el coronaviru­s ha supuesto un choque con la realidad que al menos ha permitido que los políticos se sientan obligados a luchar juntos, a priorizar los problemas, a trabajar por la esperanza, si no quieren que el país les pase factura en la calle y en las urnas. Le echaremos mucho de menos. En la vida hay personajes irrepetibl­es, que nos ayudan a ver la realidad bajo otra mirada. La suerte es que su recuerdo perdura y nos sirve a los demás de ejemplo.

Perdura el recuerdo

de Jaime Carvajal y nos sirve a los demás

de ejemplo

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