Alexánder Lukashenko
Presidente de Bielorrusia
Un grupo de enmascarados secuestró ayer por la mañana, en pleno centro de Minsk, a una de las líderes más destacadas del movimiento opositor de Bielorrusia, María Kolésnikova. La represión de Lukashenko no se detiene.
Unos desconocidos, de negro y enmascarados, se llevaron ayer por la mañana a una de las líderes más destacadas del movimiento opositor de Bielorrusia, María Kolésnikova, en pleno centro de Minsk. Según una testigo presencial, un grupo de hombres en ropas de civil la obligaron a entrar a la fuerza en una furgoneta. La oposición acusó ayer a Alexánder Lukashenko de utilizar “métodos de terror” para frenar las protestas contra el fraude en las últimas elecciones.
El Consejo de Coordinación, el organismo opositor a cuya dirección pertenece Kolésnikova, confirmó que no podía comunicarse con ella. Su compañero de lucha, Maxim Znak, aseguró que también han perdido el contacto con otros tres miembros del Consejo: Maxim Bogretsov, Iván Kravstov, secretario ejecutivo; y Antón Rodnenkov, secretario de prensa. Los dos últimos habían ido a buscar a Kolésnikova.
La opositora “desapareció junto al Museo Nacional de Arte de Minsk. “La había visto antes, la reconocí y pensé en volverme y hacerle con las manos el signo del corazón [símbolo de la resistencia] a Masha”, dijo Anastasia, una mujer que presenció lo ocurrido y que cita el portal Tut.by. “No lejos del museo vi aparcado un minibús de la marca Sóbol. Escuché el sonido de un móvil que caía al asfalto, una especie de pisotón, me di la vuelta y vi que personas de paisano y enmascaradas metían a María en ese microbús. El teléfono se cae, una persona lo recoge, salta al microbús y se van”, terminó de contar la testigo.
La policía de Minsk verificaba ayer la información sobre el secuestro de Kolésnikova, aseguró su portavoz, Natalia Ganusévich.
María Kolésnikova dirigía la campaña electoral de Víktor Babariko, la figura de la oposición bielorrusa que meses antes de las elecciones del 9 de agosto más posibilidades tenía de hacer frente a Lukashenko. Sin embargo, varias acusaciones de corrupción contra él y sus colaboradores difundidas en el momento preciso impidieron que se presentara.
Después, Kolésnikova lideró junto a otras dos mujeres la campaña de la oposición: Veronika Tsepkalo, mujer del diplomático Valeri Tsepkalo, cuya candidatura no fue aceptada por falta de avales; y Svetlana Tijanóvskaya, que ocupó el lugar de su marido encarcelado, Serguéi Tijanovski, que ha acabado por catalizar todos los apoyos de la oposición a Lukashenko.
Tsepkalo y Tijanóvskaya abandonaron Bielorrusia en agosto. Kolésnikova
era la única de las tres que todavía permanecía en Bielorrusia.
Desde su exilio en Lituania, Tijanóvskaya ha calificado estas desapariciones de “secuestros”. Y ha asegurado que son un intento de frenar a la oposición, que durante una mes lleva reuniendo a decenas de miles de personas en las principales ciudades exigiendo un cambio en la presidencia, la libertad de los detenidos y nuevas elecciones. “Una vez más, el régimen demuestra que actúa sólo a través de la intimidación. Pero eso no nos detendrá. Cuanto más lo hagan, más gente saldrá a la calle” dijo.
El domingo, unas 100.000 personas asistieron a la última marcha multitudinaria en Minsk. Las protestas acabaron con enfrentamientos con la policía y 633 detenidos, según el Ministerio del Interior.
“En lugar de intentar dialogar con la sociedad, han comenzado a utilizar abiertamente métodos de terror”, dijo en un comunicado el Consejo de Coordinación. Descabezar a la oposición es la última estrategia de las autoridades de Minsk. Líderes de la oposición han sido interrogados. Varios, encarcelados bajo arresto administrativo. Y a otros les han obligado a exiliarse, como denunció el sábado desde Polonia Olga Kovalkova, mano derecha de Tijanóvskaya.
La desaparición de Kolésnikova ha sido calificada como de “estrategia del terror” por la oposición