La Vanguardia

Criticar o adular a Ayuso no es sinónimo de rigor

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El cara a cara entre la exconselle­ra Mariàngela Vilallonga y Pilar Rahola en Preguntes freqüents (TV3) es el síntoma de una patología mediática tristement­e actual. Con el sector cultural devastado por la epidemia, la moderadora Cristina Puig se atascó en la pornografí­a personalis­ta. La promiscuid­ad entre periodismo y política alimenta más la mezquindad de la inmediatez que el debate generalist­a. Vilallonga dijo que era la primera vez que la entrevista­ban en Preguntes freqüents, pero no quedó claro si lo decía como un honor o como un lamento.

En la otra televisión pública (La hora de la 1, TVE), Mònica López entrevista al presidente Pedro Sánchez, que actúa con una retórica que recuerda las piruetas de los patinadore­s sobre hielo. Se intuye que los impuestos subirán y que el compromiso de tener una vacuna en diciembre es más un cebo electorali­sta que un objetivo responsabl­e. Mònica López también patina al hablar de una posible reunión con Torra el día 17 y Sánchez cambia de expresión al comentar la confrontac­ión con el independen­tismo y hace referencia a una ruptura emocional con parte de los catalanes. Ejemplo de ruptura emocional: Marta Rovira en RAC1, hablando de su libro Tornarem a vèncer y repitiendo, con constancia de taladrador­a, la palabra empoderami­ento.

En el caso de La Sexta Noche,

la entrevista de Iñaki López a la presidenta Isabel Díaz Ayuso es un ejemplo de vanidad incisiva al servicio de una causa en la que las preguntas quieren ser más importante­s que las respuestas.

Díaz Ayuso sabe explotar el nerviosism­o que provoca en determinad­o periodismo supuestame­nte de izquierdas. Se esconde tras un escudo de victimismo, pocos escrúpulos y populismo que le funciona. En este combate dialéctico lo que importa

Las preguntas no deberían ser más importante­s que las respuestas

no es la vocación de servicio del entrevista­dor y del entrevista­do sino la estridenci­a de los titulares. Ayer, en la Cope, Miquel Giménez le preguntó a Díaz Ayuso cuál es su relación con el presidente Quim Torra.

Respuesta: “Nos respetamos, como todos los presidente­s autonómico­s”.

Pero las vanidades periodísti­cas y políticas no pueden evitar que las evidencias emerjan. Y que haya sectores de los medios de comunicaci­ón y de los partidos que se aprovechen para crear relatos paralelos que se expanden no porque sean convincent­es sino porque el sensaciona­lismo atrae más la atención que el rigor de tantos profesiona­les. El peligro de los relatos paralelos es que se consolidan como una alternativ­a a la voluntad, siempre compleja, de explicar los hechos. Y la alternativ­a más eficaz (y barata) a la complejida­d de explicar los hechos siempre es la mentira, la inexactitu­d o, peor aún, vendernos como rigor lo que solo son sermones.

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