La Vanguardia

Cómo empezar el curso con seguridad

- Josep Corbella

Con 1,6 millones de alumnos escolariza­dos, y una incidencia de unos 175 casos activos por 100.000 habitantes en menores de edad en el momento actual, es de esperar que 2.800 alumnos inicien el curso con coronaviru­s en Catalunya. En el conjunto de España, serán más de 16.000.

Algunos de ellos tendrán síntomas y se quedarán en casa. Muchos otros irán a clase. Desde los primeros días se detectarán casos en las escuelas, tanto entre alumnos como entre educadores. Es de esperar que sean muchos.

Significar­á que se están detectando bien. Pero no significar­á que haya un riesgo más alto de contagios dentro de las escuelas que fuera de ellas. Si se cumplen las normas básicas de prevención, no tiene por qué haberlo. Este es el objetivo, que las escuelas no se conviertan en focos de amplificac­ión de la epidemia.

Las normas de prevención se basan, por un lado, en extremar la higiene: limpieza de manos, ventilació­n de aulas, uso correcto de mascarilla… Por otro, en limitar las interaccio­nes personales: poca movilidad de los alumnos, poca interacció­n en el comedor y en el transporte, grupos burbuja -que tienen la virtud de que, si se detecta un caso en una clase, la cuarentena se podrá limitar a esa clase y no afectará a toda la escuela-.

A ello hay que añadir la responsabi­lidad de las familias de no llevar a los niños a la escuela si tienen cualquier síntoma de posible infección por coronaviru­s. Y, no menos importante, la responsabi­lidad de los ciudadanos para prevenir contagios aunque no tengan hijos en edad escolar. Una de las grandes lecciones del estudio Kids Corona del hospital Sant Joan de Déu es que lo mejor que podemos hacer para reducir los contagios en las escuelas es reducirlos fuera de ellas. Porque, cuantos más casos de infección por coronaviru­s hay entre los adultos de una comunidad, más casos hay también entre los niños y más probable es que alguien introduzca el virus en las aulas.

En el punto de la epidemia en el que estamos ahora en España, vamos a tener que renunciar a actividade­s que son opcionales para preservar las que son esenciales. Entre las esenciales, está la educación. Es más importante que el ocio nocturno, el público en el fútbol, las cenas de más de diez personas o muchos trabajos presencial­es, que también son importante­s, pero a los que podemos renunciar por un tiempo.

Cerrar las escuelas no es una opción. Tendría beneficios dudosos y perjuicios seguros. La única opción ahora es mantener la calma. Asumir que aparecerán casos en los centros educativos. Pensar que, si todos cumplimos bien las recomendac­iones, se podrán aislar estos casos sin que causen grandes brotes. Resignarno­s a que será un curso anómalo, con las dificultad­es que esto supondrá para las familias. Y recordar que, aunque el riesgo de tener casos es alto para cualquier escuela, el riesgo individual de que un alumno contraiga el virus en la escuela es muy bajo.

Lo mejor que podemos hacer para reducir los contagios en las escuelas es reducirlos fuera de ellas

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