El último pulso de Johnson con la UE
El pasado 7 de septiembre, el primer ministro británico, Boris Johnson, fijó un ultimátum que expiró anteayer, día 15, según el cual el Reino Unido abandonaría la negociación con la Unión Europea para lograr un acuerdo de libre comercio post-brexit si para esa fecha no se había conseguido. Bruselas respondió a Londres hace 48 horas que la UE piensa seguir negociando para lograr un pacto a finales de mes, pero exige a Johnson “que haga los movimientos necesarios”.
Ayer el premier británico respondió a la demanda comunitaria. Y, una vez más, mostró la patita pero no mordió. Por un lado volvió a amenazar con renunciar a un acuerdo con la UE y afirmó que “si no vemos un cambio fundamental de planteamiento por parte de Bruselas, vamos a elegir la solución australiana”. Es decir, bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio, como cualquier tercer país. Pero por otro lado se guardó de dar por acabadas las negociaciones y de hablar de ruptura, señalando que “si realmente tenéis un cambio de planteamiento, aproximaos hacia nuestra postura”.
El Consejo Europeo reiteró el jueves que es el Reino Unido quien debe dar los pasos necesarios para no ser un competidor desleal de la UE cuando acabe el periodo transitorio y se materialice un Brexit sin acuerdo el 1 de enero. Si algo ha demostrado el Brexit es que cualquier plazo fijado y considerado intocable puede ser flexible y movible. Pasó con la fecha de salida del Reino Unido, con varias prórrogas, y lo estamos viendo ahora con las negociaciones sobre la relación futura. Los líderes europeos están hartos de este tema, más preocupados por la pandemia y sus consecuencias económicas, pero los equipos técnicos siguen negociando porque, aunque se vea muy difícil, confían en un posible acuerdo en el último minuto.
Se trata de un pulso por ver quién cede antes. Los principales escollos siguen siendo el acuerdo de pesca, donde hay margen para concesiones, las garantías de que las empresas británicas seguirán las mismas reglas de competencia que las europeas y no habrá dumping comercial y fiscal, y una gobernanza potente para el cumplimiento de los acuerdos.
La declaración de ayer de Boris Johnson deja, a priori, pocas esperanzas para una entente. Avisó al país de que se prepare para que no haya acuerdo comercial y cada vez va dejando la puerta más abierta para una desconexión de Europa a la brava. Sigue intentando tensar la negociación, habla de exigencia de un “cambio fundamental” en la posición europea y parece ir preparando el órdago final. Pero también es consciente de las catastróficas consecuencias que un no deal tendría para los ciudadanos y las empresas británicas, y por eso sigue sin abandonar la negociación. Si su determinación de romper fuera definitiva ya hubiera abandonado la partida. Pero sigue dispuesto a jugar las últimas bazas.
Bruselas tiene dos cosas claras: que no le dará el gusto a Johnson de poder decir que la culpa de que no haya habido acuerdo es de la UE, y que no habrá pacto a cualquier precio. Por eso no solo seguirá en la mesa sino que, la semana próxima, el negociador europeo, Michel Barnier, viajará a Londres para intensificar las conversaciones. Un viaje tal vez baldío, porque Downing Street insistió ayer en que “desde nuestro punto de vista las negociaciones comerciales han acabado. La UE les ha puesto fin de facto”.
Para consumo interno, el premier acusa a Bruselas de no haber negociado “con seriedad” estos últimos meses. No deja de resultar irónico que hable de falta de seriedad cuando él se dispone a violar el acuerdo de Retirada firmado y ratificado por el Reino Unido y la UE, mediante la llamada ley del Mercado Interno que ha presentado al Parlamento británico. Bruselas y Londres se acusan mutuamente de no moverse de sus respectivas posiciones, pero todo indica que solo se saldrá del punto muerto si Johnson da algún paso. En el que puede ser su último pulso con la Unión Europea, el primer ministro se revuelve y sube el tono, pero sigue sin levantarse de la mesa.
El premier británico da otro paso para romper con Bruselas pero no deja
la mesa de negociación