Jacinda Ardern
Premier de Nueva Zelanda
La primera ministra laborista de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern (40), ha sido reelegida por mayoría absoluta en lo que se considera un premio a su gestión de la Covid-19 y de los atentados contra dos mezquitas.
La jacindamanía goza de mejor salud que nunca. En un país, Nueva Zelanda, cuyo sistema favorece los gobiernos de coalición, el Partido Laborista de la popular primera ministra, Jacinda Ardern, logró una apabullante victoria que le permitirá gobernar en solitario durante los próximos tres años. Un triunfo basado en su exitosa gestión de la pandemia, que ahora deberá capitalizar para superar la crisis económica en la que les metió el virus.
Si hasta el sábado el mayor interrogante antes era saber cómo de amplia iba a ser su victoria, ayer se despejó: fue arrolladora. En total, la formación laborista de la premier obtuvo un 49% de los votos, lo que se traduce en 64 escaños de un total de 120. Esos números son toda una proeza desde que en 1996 se implementó un sistema de votación proporcional que favorece a los partidos minoritarios y los ejecutivos de coalición. “Nueva Zelanda ha mostrado esta noche al Partido Laborista su mayor apoyo en casi 50 años”, dijo Jacinda Ardern ante sus exultantes seguidores tras conocer los resultados.
Los comicios de ayer tuvieron lugar un mes más tarde de lo previsto, debido a un brote de coronavirus en Auckland, la ciudad más grande del país. En los días previos, hasta 1,9 millones de personas –el 57% del electorado– ya había emitido su voto por adelantado. Ayer lo hizo el resto en un ambiente relajado y libre de incidentes, en el que muchos aprovecharon para llevar a sus mascotas al colegio electoral y luego colgar sus fotos en las redes sociales.
Ardern ha brillado con luz propia en momentos críticos de estos últimos años, como la erupción del volcán de White Island o tras el atentado racista contra dos mezquitas de Christchurch que dejaron 51 muertos. Pero con estos resultados, lo que de verdad ha premiado la ciudadanía es su gestión de la crisis del coronavirus. Desde un inicio, la mandataria cedió la batuta de mando a científicos y médicos y se propuso erradicar el virus del territorio, por lo que apostó por el cierre total de fronteras, hacer muchas pruebas y el rastreo de los contagiados y sus contactos. Con estas medidas, la nación de cinco millones de habitantes apenas ha registrado 1.900 contagios y 25 fallecidos, y la vida ha vuelto a la normalidad en sus calles. Sin embargo, primar la salud sobre la economía le ha salido caro, y el país entró en recesión en el segundo trimestre del año tras caer un 12% por las duras restricciones impuestas.
El triunfo le otorga a Ardern el “mandato más fuerte” que venía demandando desde hace tiempo al electorado tras una legislatura en coalición con dos partidos de ideología muy diversa (Los Verdes por un lado y el populista NZ First por otro). Por su parte, el opositor Partido Nacional obtuvo unos resultados peores de los que ya vaticinaban las encuestas, incluso perdiendo escaños en alguno de sus feudos tradicionales. La formación hace tiempo que atraviesa una profunda crisis interna, traducida en sus continuos cambios de líder. Su actual dirigente, la abogada Judith Collins, tampoco ha sido capaz de generar ilusión con su estilo agresivo en el electorado desde que ocupó el cargo en mayo, y ayer aceptó su derrota en público tras llamar a Ardern por teléfono para felicitarla.
En su renovado mandato, la mandataria de 40 años seguirá con su línea progresista de su primera legislatura, con especial hincapié en las políticas medioambientales. Además de la recuperación económica,
El principal desafío de la primera ministra será la recuperación de una economía dañada por la Covid-19
le queda pendiente ponerse al día con algunas de sus promesas incumplidas del 2017, como aliviar la pobreza infantil, reducir la brecha entre ricos y pobres o la construcción de miles viviendas asequibles. “Goza de un capital político significativo. Es el momento de que cumpla sus promesas con más sustancia que hasta ahora”, señaló Jennifer Curtin, de la Universidad de Auckland.
Además, su rotunda victoria también le servirá para cimentar su imagen en la escena internacional, donde su juventud, buenas formas y carisma le han servido para hacerse un hueco entre tanto rostro hosco y amargos discursos.