Ángel Sala
Director del festival de Sitges
El festival de Sitges, dirigido por Ángel Sala, llega al final de su edición más difícil por la pandemia con un palmarés que premia la perturbadora violencia de Brandon Cronenberg en Possessor Uncut y la fantasía social de La nube. /
Por unanimidad. Sin dudas. “Por su voz propia y porque no se corta en el uso de violencia explícita”, dijo Víctor García en nombre del jurado de la sección oficial. “Estaba muy por encima del resto de películas a concurso”, añadió Borja Crespo. “De tal palo, tal astilla”, remató la actriz Juana Acosta. El jurado elevó sin matices la sangrienta Possessor uncut como la mejor película de la 53 edición del Festival de Sitges y reservó el premio a la mejor dirección para su realizador Brandon Cronenberg. La otra gran destacada con mención especial del jurado fue La nube, una inquietante ópera prima del francés Just Philippot, protagonizada por la brillante Suliane Brahim, que se llevó el premio a mejor interpretación femenina. Está claro que el estilo personal y retorcido de la familia Cronenberg triunfa en Sitges. El padre del actual ganador, David Cronenberg –uno de los grandes del cine de terror contemporáneo– recibió en 2002 el premio Màquina del Temps. La primera incursión de su hijo en el
Festival fue en 2012 con Antiviral y se llevó el premio al mejor director revelación. Este año ha triunfado de nuevo con Possessor Uncut, un violento thriller de ciencia ficción, en el que una compañía secreta utiliza a sus agentes para implantarse en otras personas a través de un chip cerebral. Cronenberg despliega una sangrienta historia de body horror –las implantaciones solo tienen un objetivo: asesinar y recrearse en ello– regalando explícitas escenas en las que no escatima primeros planos de mutilaciones, también de órganos sexuales. “Original y perturbadora, muy potente”, concluyó el veredicto oficinal.
Integrado por la actriz Juana Acosta, los directores Borja Crespo y Víctor García y los productores María del Puy Alvarado y David Matamoros, el jurado entregó la mención especial a la película de Just Phillipot, que también estuvo en Sitges hace ocho años presentando el cortometraje A minuit ici tout s’arrête .En La nube, la premiada Suliane Brahim interpreta a una madre soltera que se vuelca en la cría de saltamontes comestibles para salvar su granja de la quiebra, pero a medida que crece el negocio va desarrollando un extraño vínculo obsesivo con los insectos. Un tema que encaja a la perfección en el universo fantástico de Sitges, “aúna la voz autoral con el elemento fantástico”, coincidió el jurado. “Esta película me estremeció”, reconoció Acosta. Más allá de estos dos largometrajes protagonistas, otro filme, Mandibules, ocupó un merecido puesto en el palmarés. Su director, Quentin Dupieux también es un habitual del Festival (el año pasado, por ejemplo, trajo la comedia negra La chaqueta de piel de ciervo) y, a diferencia de Possessor y La nube, el público pudo relajarse en la sala y desternillarse con una historia que eleva el humor absurdo a categoría suprema. Sin sangre y como máxima muestra de violencia un golpe de cabeza y un perro engullido, la historia narra la peripecia de dos amigos, cual dos tontos muy tontos, que encuentran una mosca gigante en el maletero del coche que han robado y no se les ocurre otra cosa que domesticar al insecto para hacerse millonarios. Un plan perfecto y los dos estrategas se llevaron el premio a mejor interpretación masculina.
EL VEREDICTO
“Por su voz propia y por el uso de la violencia; estaba muy por encima del resto de películas”
DOBLE RECONOCIMIENTO ‘La nube’ , premio especial del jurado y Suliane Brahim, a la mejor actriz
HUMOR ABSURDO
Los dos amigos de ‘Mandibules’, comparten la mejor actuación masculina
FORMATO HÍBRIDO
El certamen ha recaudado 44.000 euros con los visionados online
ÓPERA PRIMA
El jurado reserva una mención para ‘Relic’, la primera película de Natalie Erika James
Son Grégoire Ludig y David Marsais, que han trabajado juntos en numerosas ocasiones. Su complicidad en el filme es total y de ellos nace la expresión “¡toro!”, con la que muchos recordarán esta edición del Festival. “¡Toro!” dicen en la película cada vez que celebran una ocurrencia, consiguen un objetivo o, simplemente, se saludan. De Mandibules el jurado reconoció que “hace de la sencillez algo magistral y surrealista”. Y aunque en un papel secundario y sin premio, es de justicia destacar la interpretación de Adèle Exarchopoulos que tiene momentos estelares en el papel de histriónica amiga.
“Esta edición ha sido muy difícil de hacer, pero fácil de coordinar, todo se ha desarrollado con seguridad y la gran noticia es que hemos podido disfrutar y valorar las películas”, dijo ayer el director del Festival, Ángel Sala, tras la lectura del palmarés. El coronavirus redujo al mínimo la presencia de invitados internacionales. Y aunque los equipos de las películas españolas sí se desplazaron, el ambiente genuino que define el festival quedó diluido este año, en que la recaudación se ha reducido en algo más del 50%, como de hecho, preveían los organizadores. En vistas a las dificultades, se planteó un Festival híbrido y a través de los visionados online se han recaudado 44.000 euros. “Ha funcionado bien”, afirmó Sala.
Sin embargo, las últimas medidas aprobadas por el Govern fueron la puntilla del tramo final del certamen. ¿No fue el Sitges de siempre? No. Pero hubo Sitges, que es mucho y de agradecer en estos tiempos de pandemia. Los mensajes grabados de los directores y proyectados antes del inicio de sus películas fueron sentidamente aplaudidos. Tanto Brandon Cronenberg como Quentin Dupieux o la directora de Relic, Natalie Erika James, lamentaron no estar en Sitges al presentar sus trabajos. Para James, el jurado también tuvo una mención especial a la mejor dirección. “Lo que ha hecho es muy interesante”, destacaron. La película, ópera prima de esta australiana ya aplaudida en Sundance, reúne a una hija con su madre y su abuela con demencia en una casa que se convierte en un lugar terrorífico y con vida.
El jurado presentó otras dos menciones: para el corto Rutina:
La prohibición y para la actriz Marin Ireland, por su trabajo en The
dark and the wicked. Sorprendió que Peninsula se fuera de vacío, cuando era una de las películas esperadas de esta edición. En la secuela de la celebrada Train to
Busan, Yeon Sang-ho presenta una Corea entera confinada por una pandemia de zombis que se propagan mordiendo. En la península todavía quedan humanos, aunque algunos sean más peligrosos que los propios muertos vivientes.
En la sección oficial, el premio a la mejor fotografía fue para Mosquito State, de Filip Jan Rymsza, un largometraje polaco con el que queda patente el auge de las producciones de cine fantástico en el este de Europa. Si el año pasado la producción vasca El Hoyo (ahora en carrera hacia los Oscars) fue la ganadora del certamen, este año el palmarés ha pasado de largo de las producciones españolas. Solo Baby, la fábula gótica de Juanma Bajo Ulloa logró premio por su música. Sin embargo La vampira
de Barcelona, el primer largometraje de ficción de Lluís Danés fue la favorita del público. La historia que redime la imagen de asesina de niños con la que en 1912 se etiquetó a Enriqueta Martí sedujo a los espectadores pero no a los miembros del jurado. El premio Citizen Kane a la dirección revelación fue para My heart can’t beat unless you tell it to, de Jonathan Cuartas, ganadora también en la sección Noves Visions.