Arranca la rehabilitación de las Atarazanas de Sevilla
La catedral civil será un gran centro cultural de encuentro de la ciudad con su pasado relacionado con el Nuevo Mundo
Después de décadas de idas, venidas, pleitos, encuentros y desencuentros el proyecto para recuperar las Atarazanas de Sevilla, un edificio considerado como la catedral civil de la ciudad, parece finalmente encarrilado. Aunque tratándose de los antiguos astilleros medievales de Sevilla nada se puede afirmar con absoluta seguridad.
La consejera de Cultura de la
Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, considera que esta vez el proyecto para convertir al edificio en un gran centro cultural va a salir adelante, e incluso sugiere la fecha del 2022 para su puesta en marcha, salvadas las últimas reticencias puestas sobre la mesa por la Asociación para la Defensa del Patrimonio (Adepa).
Un proyecto en el que la Fundació La Caixa mantiene su promesa de invertir 10,8 millones de euros y cuyo coste finalmente rondará los 16 millones, incluido el IVA. La diferencia será aportada por la Junta de Andalucía, que ya tendría amarrada la financiación necesaria, según algunas informaciones.
La historia reciente de las Atarazanas se remonta a doce años atrás, pero su historia real abarca varios siglos. En el 2009, La Caixa y la entonces Junta socialista anunciaron que el impresionante edificio medieval, hoy cerrado al público y sin uso, se convertiría en la sede del Caixaforum que la entidad bancaria iba a crear en la ciudad. Un proyecto que finalmente decayó ante las trabas y zancadillas burocráticas. Las Atarazanas que se conservan en el barrio del Arenal llegó a ser un astillero de diecisiete naves que ocupaba una gran explanada de arena existente frente al río Guadalquivir. Estuvieron operativas entre los siglos XIII y XV. En 1969 fueron declaradas monumento histórico artístico y en 1985 bien de interés cultural.
“Atarazanas (del árabe clásico: assinaah o casa taller) es un yacimiento arqueológico, urbano, militar e industrial, compuesto por una compleja y dilatada estratigrafía, que necesita un proyecto de intervención propio, que sea capaz, ayudado de las nuevas técnicas, de revelar la vida de este lugar, marcado por sucesivas transformaciones, demoliciones, abandonos, ocupaciones, rellenos, vaciados, temporalidades… Atarazanas es un laboratorio en el que se debe investigar y experimentar sobre su condición, y valores, históricos, arquitectónicos, arqueológicos, industriales, militares y sociales. Pero que además debe trascender su pasado para transformarse en un espacio de intercambio y diálogo con América”, señala el profesor Jorge Benavides en un artículo.
Las dificultades, los desacuerdos, la desidia administrativa y el excesivo celo de algunos fundamentalistas del conservacionismo fueron retrasando una y otra vez el proyecto, encargado al arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra. Hasta que La Caixa se hartó y decidió construir su centro cultural en la zona que hoy se conoce como Torre Sevilla, en el otro extremo de la ciudad.
La entidad, en una decisión que se le reconoce, ha mantenido pese a todo su promesa de aportar esos más de diez millones de euros a la recuperación definitiva de las Atarazanas. Un gesto decisivo para que el proyecto pueda seguir adelante.
Vencidas las reticencias de Adepa, ahora todas las partes, entre las que figuran la propia Adepa, la Fundación La Caixa, la Fundación Cajasol y la Junta de Andalucía dan luz verde al proyecto de Vázquez Consuegra para crear un gran centro de encuentro de Sevilla con el Nuevo Mundo, que se quiere inaugurar en el 2022 con una gran exposición con motivo del quinto centenario de la culminación de la primera vuelta al mundo emprendida por Magallanes y finalizada por Elcano.
Una epopeya, la del portugués y el vasco, que llevó menos tiempo en concluirse que la ansiada recuperación de las Atarazanas.
El proyecto de reforma del histórico edificio tiene un coste que rondará los 16 millones de euros