‘Llabores’ son amores
Rodrigo Cuevas & Raül Refree y Los Hermanos Cubero, protagonistas en la Fira Mediterrània de Manresa
La Fira Mediterrània de Manresa pone punto final hoy domingo a su vigésimo tercera edición, que ha consistido en una extensa programación consagrada a la cultura popular/tradicional y las músicas del mundo. El viernes destacó el estreno en el teatro Kursaal de Llabores, la nueva propuesta del agitador folklórico asturiano Rodrigo Cuevas y nuestro Raül Refree.
Ambos artistas ya habían trabajado juntos en el disco del 2019 Manual de cortejo, realizando por aquella época un viaje por la Asturias rural en el que, emulando a Alan Lomax, grabaron a diversas mujeres interpretando arcanas piezas tradicionales. En el mencionado álbum solamente usaron una parte de este material, reservándose para el proyecto visto en Manresa el grueso de sus pesquisas.
El resultado es un espectáculo brillante, sustentado en distintos cantos de trabajo como base para las pequeñas suites que, de hecho, son cada una de las canciones de Llabores. Instrumentos tradicionales (tambor, panderos cuadrados, pandereta…) y un óptimo despliegue de electrónica (ora cruda, ora con interesantes derivas mistéricas...), dibujaron un paisaje nada ajeno a la elegancia. Capas de mimbre telúrico al servicio de un repertorio en el que destacaron números como Las abechas (con bellos juegos vocales) o la tremenda dicción de O liño.
Fascinados por la música tradicional castellana y el bluegrass, Los Hermanos Cubero se han construido una carrera bien reconocible, que ahora toma un nuevo derrotero con el Proyecto Toribio que adelantaron en su concierto en la recogida sala Plana de l’om. Acompañados por la violinista María San Miguel, Enrique y Roberto profundizaron en el legado del también violinista Toribio del Olmo, héroe de la Alcarria, mediante una colección de temas instrumentales fundamentalmente enfocados al baile, ese placer ahora proscrito por culpa de la pandemia. “Bailar sentados no es bailar”, ironizaron al respecto.
Con todo, hilvanaron una gran sesión que transitó por pericón, jota, chotis y más hierbas, con perlas como un vistoso Foxtrot de Algora y el así llamado Pasodoble años Cuarenta, divertido con ganas, y en el que se estableció un remarcable diálogo entre la mandolina y el violín.