La Vanguardia

Griezmann y De Jong siguen a lo suyo

- Santiago Segurola

Un ingenuo penalti de Frenkie de Jong, que no levanta el vuelo desde su fichaje, señaló la derrota del Barça, empeñado en olvidarse de los detalles que resuelven los partidos. En cuestión de detalles, el Getafe está doctorado cum laude. Convierte los encuentros en un campo de minas, donde cada jugada es un sudoku. Es un equipo presidido por una caracterís­tica muy particular: semana tras semana logra que sus rivales jueguen mal o muy mal. Se sirve de todas las armas, incluida la condescend­encia de los árbitros, para conseguir su objetivo.

El Barça perdió porque desdeñó los detalles que tanto interesan al Getafe. Jugó razonablem­ente bien –Pedri es una excelente noticia– en la primera parte y mal en la segunda. Dispuso de las escasas oportunida­des que se necesitan para liquidar esta clase de partidos, pero no las aprovechó. Griezmann regresó a su pesadilla habitual y será motivo de comentario­s esta semana, que no es una cualquiera, con el gran clásico de la Liga a la vista.

Griezmann fue elogiado por sus actuacione­s en la selección francesa, donde se siente importante y el entrenador le coloca en el sitio que le gusta. Es el lugar de Messi en el Barça. No hay discusión, por tanto. Desde su fichaje, el jugador francés transita por todas las posiciones posibles, excepto por aquella que reclama. Sabe además que su reclamació­n no será atendida. Por delante tiene al mejor futbolista que el Barça ha visto en sus 121 años de existencia.

A Griezmann le toca llevar la vida de los nómadas, de una posición a otra; recorrido infructuos­o que está minando su confianza. A estas alturas parece un jugador cualquiera, lo peor que le puede sucederle a alguien que ha costado 120 millones de euros. Es una carga que le resulta cada vez más insoportab­le. En Getafe empeoró su situación con un error impropio de su prestigio. Fracasó en un mano a mano que sonaba a gol por todas partes. Griezmann

era un reloj en estas situacione­s. Ya no. Es un jugador muy angustiado.

Su error cerró la fase más prometedor­a del Barça, nada especial pero suficiente para imponerse al Getafe, que también ha perdido algo de gas. Adelanta menos la línea defensiva, la presión no es tan sofocante como en las dos temporadas anteriores y permite algo más a sus rivales. La Real Sociedad le borró del mapa con un gran fútbol, algo que el Getafe nunca permitía. Aunque más vulnerable, o eso parece, que en ediciones anteriores, es un equipo que conoce al dedillo todos los capítulos que sirven para enredar a sus rivales.

Sin el gol que mereció en la primera media hora, el Barça se expuso al encuentro que vino después. Abundaron las faltas grandes y las pequeñas, las interrupci­ones y las demoras. El juego, que rara vez es fluido en los partidos con el Getafe, se atascó irremediab­lemente. Contribuyó el árbitro, cuya incompeten­cia quedó marcada en varios instantes, con

El francés regresó a su pesadilla habitual; el holandés, además de insípido, comete errores ingenuos

decisiones pintoresca­s o lamentable­s.

Sorprendió que Nyon terminara el partido. Mereció un temprano viaje a la ducha, pero el árbitro se hizo el longuis, especialme­nte en un codazo brutal a la cara de Messi. El árbitro se rajó y Nyom no lo desaprovec­hó. En varias ocasiones pareció que el camerunés estaba a punto de expulsar al árbitro, y no al revés. Esta curiosa paradoja explicó el rumbo que adquirió el duelo y la ventaja que obtuvo el Getafe, un equipo que no hace concesione­s a la ingenuidad. Todo lo contrario que Frenkie de Jong, que además de insípido se empeña en cometer errores que le cuestan una fortuna a su doliente equipo.

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AFP7 VÍA EUROPA PRESS / EP El árbitro señala penalti en la acción de De Jong sobre Djené
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