Un adiós a Joan Gaspar
La crisis social aparece en la obra reciente del artista Fernando Prats
Me disponía a escribir una crónica sobre algunas exposiciones en galerías de Barcelona cuando recibí la mala noticia: “Joan Gaspar Farreras (1941-2020). Amante de la vida, del arte, de la familia y de los amigos, ha muerto en Barcelona a la edad de 79 años el día 15 de octubre del 2020”. El galerista estaba a punto de inaugurar su segunda gran exposición en el nuevo espacio de Consell de Cent, dedicada a Joan Miró. La primera la había dedicado a Picasso.
En la galería Joan Gaspar, abierta en 1992 en el espacio de la plaza Letamendi diseñado por Rafael Moneo –y destruido por sus actuales usuarios en el 2019 y con imperdonable permiso municipal–, Joan Gaspar Farreras presentó exposiciones de algunos de los artistas modernos más importantes, ya entonces históricos, e incorporó también a las generaciones siguientes, desde Alfaro a Brinkmann, Krähenbühl o Claudi Casanovas. Pero mucho antes, a principios de los setenta, ya había formado parte del equipo directivo de la Sala Gaspar, en Consell de Cent, una galería familiar que en los años sesenta y setenta del siglo
XX era en nuestro país la referencia de la modernidad junto con René Metras. Y era la referencia de Picasso en Barcelona. Y de Miró, y de Calder.
De aquella Sala Gaspar tengo un buen recuerdo, tanto por las grandes exposiciones de artistas como Picasso o Villèlia que presentó en sus amplios espacios, como por la simpatía y paciencia de quienes atendían en ella. Cuando yo era un estudiante quinceañero podía pasarme más de una hora explorando su biblioteca. Me abrían la vitrina y me dejaban estar ahí, a veces sentado en suelo, descubriendo mediante libros buena parte de la historia del arte moderno y contemporáneo, como también solía hacer en librerías como Áncora y Delfín, entre otras. Y solo en ocasiones podía comprar algo: postales, un libro no lujoso o un cartel asequible a mi escaso presupuesto. Y Joan Gaspar siguió siendo, ya en este siglo XXI, un galerista fuera de lo común, un caballero irónico, señor en tono llano, dotado de sentido del humor, valiente en sus elecciones y generoso con sus artistas. Así que: gracias.
Fernando Prats. La obra pictórica y dibujada de este artista chileno y residente en Barcelona constituye un ejemplo logrado de pintura experimental propia del siglo XXI, realizada con medios y agentes inusuales –humo, aves en vuelo, insectos– y diferenciada de las prácticas del siglo anterior. En esta ocasión, sin embargo, el carácter de su propuesta ha cambiado notablemente y la obra reciente que presenta en la galería Joan Prats hasta el 20 de noviembre tiene un alcance más ideológico y civil que experimental o perceptivo.
Esta vez la aventura creadora se retrae y el protagonismo lo tiene la crítica contra la situación política en Chile, que se parece a la de muchos otros países: desigualdad escandalosa, injusticia legal, protestas legítimas y represión violenta.
Prats compara terremotos y crisis sociales, presenta instalaciones como Irreversible (30 piezas de humo sobre vidrio) y ofrece imágenes como la de esa fotografía combativa y clarificadora donde leemos este grafiti insumiso: “Nos quitaron tanto que también nos quitaron el miedo”.
Gaspar presentó exposiciones de algunos de los artistas modernos más importantes, ya entonces históricos