La Vanguardia

Las 10 semanas más largas de la política americana

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Las malas comunicaci­ones y el apego de los estadounid­enses a las tradicione­s explican que el país norteameri­cano precise de un periodo de tiempo extraordin­ariamente largo, de entre 10 y 11 semanas, para que el ganador de las elecciones presidenci­ales tome posesión. El proceso originalme­nte era aún más largo. La fecha fijada en 1787 en la Constituci­ón americana inicialmen­te era el 4 de marzo. La certificac­ión de resultados en los 13 estados de entonces llevaba su tiempo y no había manera de que los compromisa­rios pudieran reunirse mucho antes de esa fecha. En el 1789, el periodo fue incluso más largo: una tormenta de nieve obligó a aplazar a finales de abril la jura del cargo por parte de George Washington. Pero durante 150 años el país se aferró a la fecha del 4 de marzo, un mes con una climatolog­ía en principio afín, para celebrar la ceremonia. Hace unos 80 años, las mejoras en el transporte y las telecomuni­caciones llevaron al Congreso a pactar un adelanto de la fecha. Desde 1937 la jura del cargo de presidente se celebra el 20 de enero, es decir, unos dos meses y medio después de las elecciones, en lugar de cuatro. Durante ese tiempo, que en condicione­s normales permite al sucesor preparar a fondo el relevo, al presidente se le conoce como un “pato cojo”. En ocasiones, el largo periodo de transición ha permitido resolver legítimas dudas sobre el resultado, como ocurrió en Florida en el año 2000. En 1860, sin embargo, siete estados aprovechar­on ese interregno para proclamar su separación de la Unión.

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