“Trump se ve como un superhéroe”
El psicólogo Dan P. Mcadams asegura que el presidente “no tiene estrategia, ni piensa a largo plazo”
EE.UU. debate si aplicar la enmienda 25 contra Donald Trump y destituirle de forma inmediata como presidente tras el asalto del miércoles al Capitolio. Los congresistas, además, preparan los cargos del impeachment . En un caso u otro se le acusa de incapacidad, que, según la legislación, debe ser física, o mental.
“Invocar la enmienda 25 –asegura Dan P. Mcadams, catedrático de Psicología de la Universidad de Northwestern– no es por enfermedad mental, es por ser una amenaza para la democracia y la nación, y, por extensión, para el mundo. Y él siempre ha sido una amenaza. No está en condiciones de ser presidente”.
En el 2016, Mcadams trazó un perfil psicológico del magnate neoyorquino: The Strange Case of Donald J. Trump: A Psycological Reckoning .( El extraño caso de Donald J. Trump: Un estudio psicológico). Fue todo un éxito incluso entre sus colegas científicos, siempre algo reacios a este tipo de análisis.
¿Ha cambiado el perfil de Trump después de cuatro años en la Casa Blanca? “No. Trump es un caso de consistencia de la personalidad. Psicológicamente es la misma persona que era en la escuela primaria. Un principio generalmente aceptado en la ciencia psicológica es que las personas cambian con el tiempo en función de la experiencia y los efectos del entorno. Pero el principio, como muchos otros en psicología, simplemente no se aplica a Trump”.
Mcadams lo define como “un hombre episódico, que vive fuera del tiempo y la narrativa. No es introspectivo, prospectivo ni retrospectivo. No tiene profundidad, ni pasado, ni futuro. No es una persona en el sentido moral convencional de la palabra y, de hecho, no se ve a sí mismo como una persona. Se ve a sí mismo como un superhéroe”.
La psicóloga francesa Mariefrance Hirigoyen lo ha descrito como un narcisista caricaturesco. Ted Cruz, senador por Texas, hoy aliado de Trump, pero rival suyo en el año 2016, dijo entonces que
“es un narcisista de un nivel nunca visto por el pueblo estadounidense”.
Trump es un personaje público desde que era joven y ello permite analizarlo en el largo plazo. Si bien, como insiste Mcadams, “Trump no tiene historia. No piensa en la vida de esa forma, en términos de una narración con pasado y con futuro. Él vive en la ira del momento. Necesita ganar el presente. Necesita proclamar su grandeza todos los días, una y otra vez. Lo ha hecho toda su vida y seguirá haciéndolo hasta el día que muera. Es como un boxeador en el ring. Se despierta cada mañana listo para pelear. Se concentra en vencer a su oponente, sin vacilar, porque si piensa en cualquier otra cosa, incluso por un momento, podría bajar la guardia y morir”.
Mcadams considera que uno de los rasgos más definitorios de Trump es el del tribalismo. “Él tiene una tribu. Su tribu son las personas que lo aman, los 74 millones que votaron por él el día de las elecciones. ¡Y esa es una tribu bastante grande! No siente ninguna obligación para con los 81 millones de personas que votaron en su contra porque esa es la tribu competidora del mal, tal y como él lo ve”.
Con todo, la clave para saber si los legisladores, o la propia Administración Trump con el vicepresidente Mike Pence a la cabeza, pueden terminar con su presidencia antes del día 20, cuando tome posesión el demócrata Joe Biden , está una vez más en sus capacidades mentales. ¿Tiene Trump un problema mental? ¿Está fuera de su mente, out of his mind, como se diría en inglés? “Nunca ha tenido una mente para estar fuera de ella”, señala Mcadams jugando con las palabras. “Psicológicamente siempre ha sido lo que ves: sumamente narcisista, amoral, carente de vida interior, viviendo el momento. Y esto es mucho más extraño –y quizá también más peligroso– de lo que pueda representar cualquier categoría de enfermedad mental”.
Mcadams, sin embargo, responde rotundo, una y otra vez, que “solo hay un Donald Trump, y es el que ve todo el mundo. Es un tonto malévolo, no hay artificios. No es estratégico. No piensa a largo plazo. No esconde una agenda complicada. Es un hombre episódico, es decir, de los que viven en el momento inmediato, luchando con todo su ser para ganarlo. Todo lo que le importa es ganar aquí y ahora. No hay ningún personaje detrás de la máscara pública. La máscara es el hombre. Y él es peligroso precisamente porque todo el mundo piensa que hay algo detrás
“Es como un boxeador en el ring, se despierta cada mañana listo para pelear”, asegura el psicólogo Mcadams
de la máscara, de forma que no siempre lo toman en serio. Cuando él siempre es serio”, resume.
Eso no quita para que sea contradictorio. Un buen ejemplo, de hecho, se vio el mismo miércoles en los momentos más críticos del asalto al Capitolio, una afrenta armada a las instituciones del país que no se daba desde 1814, año en el que el ejército británico atacó Washington. En un vídeo lanzó a los asaltantes “os amo” y les dijo que ellos eran los verdaderos patriotas. Posteriormente lo borró de las redes sociales. Días después, tras incitar los disturbios, abogó por la concordia y condenó el “atroz” ataque. Ahora se temen las consecuencias de sus contradicciones.