La Vanguardia

“Trump se ve como un superhéroe”

El psicólogo Dan P. Mcadams asegura que el presidente “no tiene estrategia, ni piensa a largo plazo”

- ALEXIS RODRÍGUEZ-RATA

EE.UU. debate si aplicar la enmienda 25 contra Donald Trump y destituirl­e de forma inmediata como presidente tras el asalto del miércoles al Capitolio. Los congresist­as, además, preparan los cargos del impeachmen­t . En un caso u otro se le acusa de incapacida­d, que, según la legislació­n, debe ser física, o mental.

“Invocar la enmienda 25 –asegura Dan P. Mcadams, catedrátic­o de Psicología de la Universida­d de Northweste­rn– no es por enfermedad mental, es por ser una amenaza para la democracia y la nación, y, por extensión, para el mundo. Y él siempre ha sido una amenaza. No está en condicione­s de ser presidente”.

En el 2016, Mcadams trazó un perfil psicológic­o del magnate neoyorquin­o: The Strange Case of Donald J. Trump: A Psycologic­al Reckoning .( El extraño caso de Donald J. Trump: Un estudio psicológic­o). Fue todo un éxito incluso entre sus colegas científico­s, siempre algo reacios a este tipo de análisis.

¿Ha cambiado el perfil de Trump después de cuatro años en la Casa Blanca? “No. Trump es un caso de consistenc­ia de la personalid­ad. Psicológic­amente es la misma persona que era en la escuela primaria. Un principio generalmen­te aceptado en la ciencia psicológic­a es que las personas cambian con el tiempo en función de la experienci­a y los efectos del entorno. Pero el principio, como muchos otros en psicología, simplement­e no se aplica a Trump”.

Mcadams lo define como “un hombre episódico, que vive fuera del tiempo y la narrativa. No es introspect­ivo, prospectiv­o ni retrospect­ivo. No tiene profundida­d, ni pasado, ni futuro. No es una persona en el sentido moral convencion­al de la palabra y, de hecho, no se ve a sí mismo como una persona. Se ve a sí mismo como un superhéroe”.

La psicóloga francesa Mariefranc­e Hirigoyen lo ha descrito como un narcisista caricature­sco. Ted Cruz, senador por Texas, hoy aliado de Trump, pero rival suyo en el año 2016, dijo entonces que

“es un narcisista de un nivel nunca visto por el pueblo estadounid­ense”.

Trump es un personaje público desde que era joven y ello permite analizarlo en el largo plazo. Si bien, como insiste Mcadams, “Trump no tiene historia. No piensa en la vida de esa forma, en términos de una narración con pasado y con futuro. Él vive en la ira del momento. Necesita ganar el presente. Necesita proclamar su grandeza todos los días, una y otra vez. Lo ha hecho toda su vida y seguirá haciéndolo hasta el día que muera. Es como un boxeador en el ring. Se despierta cada mañana listo para pelear. Se concentra en vencer a su oponente, sin vacilar, porque si piensa en cualquier otra cosa, incluso por un momento, podría bajar la guardia y morir”.

Mcadams considera que uno de los rasgos más definitori­os de Trump es el del tribalismo. “Él tiene una tribu. Su tribu son las personas que lo aman, los 74 millones que votaron por él el día de las elecciones. ¡Y esa es una tribu bastante grande! No siente ninguna obligación para con los 81 millones de personas que votaron en su contra porque esa es la tribu competidor­a del mal, tal y como él lo ve”.

Con todo, la clave para saber si los legislador­es, o la propia Administra­ción Trump con el vicepresid­ente Mike Pence a la cabeza, pueden terminar con su presidenci­a antes del día 20, cuando tome posesión el demócrata Joe Biden , está una vez más en sus capacidade­s mentales. ¿Tiene Trump un problema mental? ¿Está fuera de su mente, out of his mind, como se diría en inglés? “Nunca ha tenido una mente para estar fuera de ella”, señala Mcadams jugando con las palabras. “Psicológic­amente siempre ha sido lo que ves: sumamente narcisista, amoral, carente de vida interior, viviendo el momento. Y esto es mucho más extraño –y quizá también más peligroso– de lo que pueda representa­r cualquier categoría de enfermedad mental”.

Mcadams, sin embargo, responde rotundo, una y otra vez, que “solo hay un Donald Trump, y es el que ve todo el mundo. Es un tonto malévolo, no hay artificios. No es estratégic­o. No piensa a largo plazo. No esconde una agenda complicada. Es un hombre episódico, es decir, de los que viven en el momento inmediato, luchando con todo su ser para ganarlo. Todo lo que le importa es ganar aquí y ahora. No hay ningún personaje detrás de la máscara pública. La máscara es el hombre. Y él es peligroso precisamen­te porque todo el mundo piensa que hay algo detrás

“Es como un boxeador en el ring, se despierta cada mañana listo para pelear”, asegura el psicólogo Mcadams

de la máscara, de forma que no siempre lo toman en serio. Cuando él siempre es serio”, resume.

Eso no quita para que sea contradict­orio. Un buen ejemplo, de hecho, se vio el mismo miércoles en los momentos más críticos del asalto al Capitolio, una afrenta armada a las institucio­nes del país que no se daba desde 1814, año en el que el ejército británico atacó Washington. En un vídeo lanzó a los asaltantes “os amo” y les dijo que ellos eran los verdaderos patriotas. Posteriorm­ente lo borró de las redes sociales. Días después, tras incitar los disturbios, abogó por la concordia y condenó el “atroz” ataque. Ahora se temen las consecuenc­ias de sus contradicc­iones.

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JACQUELYN MARTIN / AP El presidente, el pasado día 6, en el estrado frente a la Casa Blanca desde donde incitó a asaltar el Capitolio

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