La Vanguardia

Finales de ciclo

- Narciso Michavila

La primera encuesta de voto tras la convocator­ia de elecciones anticipa un Parlament muy diferente del actual. Uno de cada tres electores cambiará su voto respecto a hace tres años. Gracias a los sondeos sabemos que la mayor parte del cambio fue previo incluso a la covid. Y ya tuvo su correlato en las últimas elecciones al Congreso: preeminenc­ia de ERC sobre Junts, recuperaci­ón de partidos con capacidad de gobierno en Madrid,

especialme­nte el socialista, descenso de siglas de penúltima generación, como Podemos y Ciudadanos, y entrada de Vox. Es pronto para detectar mediante un sondeo qué otras nuevas formacione­s pueden lograr representa­ción; por ahora, es el Pdecat el que más opciones tiene.

La encuesta confirma el final de varios ciclos electorale­s que la pandemia solo ha acelerado. Estamos ante el final del ciclo del 15-M, que llevó a Podemos a ser la formación más votada en las generales del 2015 y 2016 en Catalunya, o a la alcaldía de Barcelona. Hoy muchos de sus votantes vuelven al partido socialista o se decantan por formacione­s nacionalis­tas de izquierda, como sucedió en Galicia

y País Vasco. El ciclo del procés, mucho más acusado e iniciado un año después, también da síntomas de agotamient­o. Por primera vez desde el 2012 las elecciones no se plantean en términos plebiscita­rios. La ilusión de la mitad del electorado catalán se ha tornado en frustració­n, y desafecció­n hacia sus líderes políticos por la incapacida­d para mantener la unidad de acción hacia la prometida independen­cia. La preocupaci­ón por la salud y el empleo priman ahora sobre el debate identitari­o. La distensión territoria­l explica también el descenso del partido ganador en el 2017, Cs, que pierde uno de cada seis votantes. El principal beneficiad­o de esa caída es el PSC que, a los cinco puntos que recuperaba ya en la encuesta de septiembre, añade otro punto y medio gracias al tirón electoral del ministro Illa, uno de los mejor valorados del Gabinete, junto con Calviño y Robles. El PP también recupera parte del voto cedido a Cs hace tres años, pero la entrada en escena de Vox le impide retornar a sus niveles tradiciona­les.

El cambio de voto es creciente durante las campañas electorale­s, pero siempre dentro de los mismos espacios ideológico­s. La prudencia en la estimación no impide anticipar las probables coalicione­s ganadoras. A la tradiciona­l coalición de partidos nacionalis­tas, se une ahora la posibilida­d de reeditarse un tripartito de izquierdas gracias al ascenso del PSC y a la hegemonía de ERC. Si no sumaran los 68 escaños necesarios, les bastaría incorporar a En Comú Podem a la ecuación. La coalición tendría la virtualida­d de devolver a ERC el apoyo que esa formación está prestando al Gobierno central. Nadie se llevará a engaño, pues el votante ya sabe que cualquier promesa de no pactar con otras formacione­s dura menos de 24 horas desde el cierre de las urnas.

¿Cómo puede afectar la pandemia en el voto? Las lecciones de otros países son escasas y apuntan al refuerzo electoral de los gobiernos en los estados menos castigados, como el laborista en Nueva Zelanda. La derrota de Trump no sirve de ejemplo contrario pues sus opciones de reelección ya eran mínimas antes de la pandemia, y ha demostrado que las estrategia­s de polarizaci­ón pueden dar frutos a corto plazo, pero son difíciles de mantener en el tiempo y acaban generando frustració­n. Es una de las razones por las que la participac­ión en Catalunya descenderá visiblemen­te desde el récord histórico del 2017. Un síntoma más de final de ciclo.

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