La Vanguardia

Trumpistas a la catalana

- Màrius Carol

Esta semana, el mundo ha quedado atónito ante las imágenes de la ocupación del Capitolio, donde la policía no pudo detener una turba que ocupó las dependenci­as más sacrosanta­s, como el salón de plenos, el despacho de la presidenta del Congreso o la rotonda donde EE.UU. honra a sus ciudadanos ilustres. Pero en Catalunya, en el aniversari­o del 1-O, estuvo a punto de producirse otra invasión de un Parlamento por parte de centenares de jóvenes independen­tistas con la cara cubierta. Los encapuchad­os saltaron las vallas de un escenario que el president Quim Torra impuso en la Ciutadella, en contra del criterio de los Mossos, que querían alejar las conmemorac­iones de la sede parlamenta­ria. El grueso de los antidistur­bios estaba en Girona y la vigilancia del Parlament estaba encomendad­a a cincuenta policías de seguridad ciudadana sin apenas material para impedir un asalto.

Los manifestan­tes, armados con palos y barras de hierro, rompieron cristales e intentaron forzar la puerta del edificio, mientras los mossos pugnaban por evitarlo. La situación era muy

El 1-O del 2018 un comisario de los Mossos

evitó que la turba ocupara el Parlament

tensa. El comisario Carles Anfruns pidió poder actuar al conseller Miquel Buch, al tiempo que solicitaba refuerzos. Pero Torra no quería cargas contra los activistas por la independen­cia, a quienes por la mañana había animado a “apretar” a los políticos. El comisario hizo un llamamient­o a los Mossos de servicio en las inmediacio­nes del parque para que se sumaran a la defensa del Parlament. Y tomó el mando desde el interior, aunque los ujieres le pusieron problemas por llevar un arma. Imagínense su respuesta. Entonces tuvo una idea genial, que permitió poner a salvo la institució­n: ordenó que el helicópter­o que sobrevolab­a el recinto bajara hasta poca distancia del suelo, lo que provocó una nube de arena que cegó a los asaltantes y que permitió a los policías apartarlos, para luego cargar, en una operación que duró un minuto. Torra nunca felicitó a los valientes que evitaron un desastre institucio­nal.

No es casual que Josep Costa, que ha sido el último vicepresid­ente de la Cámara catalana y que repetirá en la lista de Jxcat, escribiera en Twitter hace unas semanas: “Hace falta aprender muchas lecciones de cómo llegó al poder Trump, cómo ha gobernado y cómo ha estado a punto de ser reelegido. Sobre todo nuevas formas de comunicaci­ón, movilizaci­ón y confrontac­ión política que todo el mundo daba por hecho que no funcionarí­an”. El trumpismo catalán debería preocuparn­os, como mínimo, tanto como el que nos ha horrorizad­o en el Capitolio.

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