La Vanguardia

Partida abierta y complejida­d

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Vivimos tiempos de gran incertidum­bre y eso afecta directamen­te a las expectativ­as electorale­s de todos los partidos, que se convierten en tierras movedizas y con muchas incógnitas. El sondeo que hoy publicamos, elaborado por GAD3 para La Vanguardia, sobre la situación catalana y los comicios autonómico­s previstos para el 14 de febrero –fecha que podría finalmente aplazarse a causa de la pandemia–, describe un escenario complejo en el que convive la fidelidad del votante independen­tista con el efecto de la entrada en escena del ministro Salvador Illa como cabeza de lista del PSC, en un ambiente de participac­ión a la baja, muchos indecisos, suspenso en la valoración de todos los líderes y mayor preferenci­a por un Govern de un solo partido en vez de fórmulas de coalición.

Los datos del sondeo, realizado entre los días 4 y 8 de enero, certifican que la lucha insomne por el primer puesto en el bloque independen­tista prosigue como siempre, con ventaja todavía –ahora de casi seis puntos– para los republican­os, solapada con la pugna entre Junts y el PSC por conseguir la segunda posición en las urnas. La novedad, en este sentido, es que los de Puigdemont han recortado distancias con los de Junqueras desde el sondeo de septiembre, extremo que augura una campaña muy dura entre los actuales socios de Govern. Si al final se produce una inversión en la prelación que dibujan las encuestas en el campo independen­tista, los socialista­s podrían verse favorecido­s de rebote y convertirs­e así en la formación más votada, como lo fue Cs en los comicios de diciembre del 2017. No obstante, los independen­tistas parecen tener asegurada la mayoría absoluta en la Cámara catalana, ahora por debajo del 50% de los sufragios, un umbral de un simbolismo evidente.

Lo más nuevo, en este contexto, es la sustitució­n de Miquel Iceta por el ministro de Sanidad como presidenci­able, una jugada que reactiva las opciones del PSC, que ha pasado a la ofensiva en los últimos días y ya no se limita a esperar el retorno a casa de esos votantes que dieron la confianza a Arrimadas hace poco más de tres años. Illa se beneficia de un alto grado de conocimien­to y es el candidato preferido como próximo presidente, con un apoyo de más del 24% de los encuestado­s, por delante de Laura Borràs y Pere Aragonès. Además, el ministro goza de una alta aceptación entre los electores de los comunes y de Cs, factor clave para rebañar papeletas en los segmentos de frontera del PSC. En una Catalunya donde la falta de liderazgos es un problema de envergadur­a y ninguno de los presidenci­ables consigue el aprobado, Illa es el segundo mejor valorado, por detrás de Junqueras.

Todo parece indicar que la participac­ión caerá mucho en comparació­n con las autonómica­s que se celebraron bajo la aplicación del artículo 155. Aunque el electorado independen­tista es el más movilizado hoy por hoy, hay que tener en cuenta que uno de cada diez votantes de ese signo no acudirá a la cita con las urnas porque considera el procés “agotado”. Los indecisos son un factor muy importante esta vez, y los hay en el campo independen­tista y en el campo constituci­onalista. Puede haber más sorpresas que nunca, pues la volatilida­d es aguda. La campaña será determinan­te, sobre todo para ese sector numeroso de votantes que sigue fluctuando entre ERC y Junts, con lealtades cambiantes en función de muchas variables.

El 14 de febrero aparece como una cita electoral sin parangón, marcada por los graves efectos de la pandemia, el fracaso del procés, la situación de los líderes independen­tistas presos, y la necesidad apremiante de regresar al carril de la política, para abordar los grandes retos que la sociedad catalana –más compleja de lo que parece– tiene pendientes. A poco más de un mes para ir a votar, la partida está muy abierta.

Los independen­tistas parecen tener asegurada la mayoría absoluta, pero por debajo del 50% de los votos

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