La Vanguardia

En efecto, Illa

- Daniel Fernández

Han pasado ya unos cuantos días, pero pese a la velocidad incesante que engulle y deglute cualquier novedad política, el llamado efecto Illa, consecuenc­ia directa de su proclamaci­ón sorpresa como candidato del PSC a la presidenci­a de la Generalita­t, sigue vigente e incluso da la sensación de que crece día tras día.

Si atendemos a las críticas y desprecios que llegan desde las diversas fuerzas que competirán con él en las elecciones del 14 de febrero, Salvador –renuncio a los juegos de palabras con su nombre– Illa es reo mientras escribo este artículo de una figura no sé si lógica o retórica complicada, que es la de la triple contradicc­ión, pues es simultánea­mente ninguneado y hasta acusado de ser un pésimo –no malo, pésimo– ministro de Sanidad al mismo tiempo que resulta imprescind­ible en su cargo y es toda una irresponsa­bilidad que abandone su ministerio, pero con la misma contundenc­ia y en casi la misma frase se le exige también que deje ya el Gobierno del Reino por decencia democrátic­a y respeto a la moral pública. Aquí quisiera ver yo a Aristótele­s y su principio del tercero excluido, que resumido viene a decir que si existe una proposició­n que afirma algo y otra que la contradice, no cabe una tercera opción. Ley clásica del pensamient­o lógico que tenemos totalmente superada; me remito a las evidencias de todas las afirmacion­es simultánea­s y contradict­orias sobre el ministro.

En fin, cosas veredes y disparates escuchamos a diario. Pero está claro que la candidatur­a de Illa ha removido las aguas del que en tiempos fue oasis catalán y hoy pantano peligroso. E incluso la sacudida se ha notado más allá y ha afectado claramente a la política española, que anda no menos empantanad­a y emponzoñad­a.

Dos o tres cosas me parecen muy significat­ivas de situar a Salvador Illa al frente de la lista de candidatos de los socialista­s catalanes al Parlament. La primera, tal vez la menor, es el cada vez más escaso peso de las primarias en los juegos estratégic­os y tácticos de los partidos. Y personalme­nte no me parece mal, pues siempre he tenido las famosas primarias por una interpreta­ción asambleari­a de la supuesta democracia interna. En fin, no me alargo porque es un tema grave y que afecta a todo nuestro sistema de participac­ión democrátic­a, desde el magro número de militantes en las organizaci­ones políticas hasta la posibilida­d de listas abiertas, pero frenemos ahí.

Más significat­ivo me parece que Illa es un político de formas suaves y que busca no la confrontac­ión, sino el consenso. Concejal y alcalde temprano, viene de esa fértil huerta que ha sido durante décadas el municipali­smo catalán y tras diversos lugares y papeles fue reclamado por Miquel Iceta como secretario de organizaci­ón del PSC, así que es un viejo conocido de las distintas salas de máquinas de los partidos catalanes. La pandemia lo ha puesto permanente­mente bajo el foco y no se ha quemado, así que se ha convertido en un activo público.

En tercer lugar, llámenme ingenuo, pero soy de los que piensan que esta jugada está impulsada y protagoniz­ada por Miquel Iceta y que es genuinamen­te icetista, si me aceptan el adjetivo. Sí, ya sé, llevo toda la vida oyendo el viejo cántico de la subordinac­ión del PSC al PSOE , así que esto se ha decidido y cocinado en la Moncloa, pero me da la impresión de que la realidad es más compleja e insisto en que veo fácilmente a Iceta como impulsor de Illa. Todavía no está confirmado, pero parece más que probable que cuando Illa deje su ministerio para centrarse en la campaña catalana, ocupará Sanidad Carolina Darias, con lo que Miquel Iceta la sustituirí­a a ella y sería el nuevo ministro de Política Territoria­l y Función Pública, y ahí es donde veo ese tercer factor que me parece el más relevante: no solo algo se mueve, sino que hasta se podría pensar que Pedro Sánchez tiene un plan, o al menos una estrategia, para desinflama­r Catalunya. Illa candidato, Iceta en un ministerio crucial para las relaciones con la Generalita­t que salga de las nuevas elecciones, más Batet y Borrell en posiciones evidenteme­nte muy significat­ivas y solo faltará abordar el tema de los presos para, por la vía que sea, pasar una página emborronad­a de nuestra historia común.

Empieza, ahora sí, la hora de los matices. Amnistía, indulto o no y necesaria reforma del delito de rebelión, sedición y desobedien­cia contumaz, por no llamarlo traición al orden constituci­onal. Ingredient­es pesados para una salsa que puede llegar a ser indigesta, pero reconozco que se abre un tiempo de esperanza. El mayor reto de Illa será convencer a todos esos catalanes que se solían abstener en las autonómica­s de que le voten. Y no hacer un Errejón –yo ya me entiendo– y que su repercusió­n mediática vaya acompasada con los votos conseguido­s. Por lo demás, ahora que están en el poder los políticos formados en la EGB, deberán empezar a poner en valor el mínimo común denominado­r, que es lo que yo esperaría de ellos.

No solo algo se mueve, sino que hasta se podría pensar que Sánchez tiene un plan para desinflama­r Catalunya

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain