La pandemia acelera la inversión en los ríos metropolitanos Longitud total 170 km
El Llobregat y el Besòs se erigen como verdaderos espacios de recreo y desconexión ciudadana
El Llobregat y el Besòs son dos ríos metropolitanos que durante años han vivido de espaldas a Barcelona y al resto de ciudades que atraviesan. Víctimas de la creación de grandes infraestructuras e industrias a su alrededor, su valor natural se fue degradando de forma paulatina durante décadas. De un tiempo a esta parte, las administraciones tratan de recuperarlo en un proceso lento, fomentado también porque la ciudadanía se decidió a redescubrirlos. Pero con la llegada de la pandemia los vecinos se han volcado por completo. Como el parque natural de Collserola, es unos de los lugares preferidos para pasear y hacer deporte durante el confinamiento. Su uso ciudadano se ha disparado, generando una oportunidad para que vuelvan lo que siempre fueron: ríos.
Los primeros planes de recuperación del río Llobregat son muy antiguos. “El Llobregat se aferra a la vida”, titulaba Vivir de La Vanguardia en un lejano 14 de noviembre del 2004. En aquella edición se explicaban los planes de inversión, por valor de 170 millones de euros, de la Mancomunitat de Municipis de l’àrea Metropolitana de Barcelona. Se quería adecuar el río desde el puente aéreo Montserrat hasta al mar, pasando por 20 municipios y actuando en 1.600 hectáreas de espacio fluvial. Algunas partes de aquella planificación, que fue más profunda que la adecuación de caminos, se llevaron a cabo pero otras no. El trabajo se quedó a medias.
Más recientemente el actual AMB recuperó una idea similar. En el 2018 arrancó un proyecto de siete millones de euros para convertir el margen del Llobregat en un espacio amable para aquellos que lo utilizan para caminar, correr o hacer ciclismo. La planificación afecta a 30 kilómetros,
Atraviesa las comarcas del Berguedà, el Bages, el Vallès Occidental y el Baix Llobregat desde su nacimiento en Castellar de n’hug hasta El Prat de Llobregat.
Poblaciones metropolitanes: Martorell, Castellbisbal, Sant Andreu de la Barca, El Papiol, Pallejà, Molins de Rei, Sant Vicenç dels Horts, Santa Coloma de Cervelló, Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí, Cornellà de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, El Prat de Llobregat, l’hospitalet y Barcelona, en las que viven 2.366.458 personas desde el puente del Diable de Martorell hasta el final.
“Vamos avanzando”, asegura el coordinador de Infraestructuras del AMB, Martín Gullón. Ya se han revitalizado puntos como Molins de Rei, entre otros. Los tramos de Pallejà, Sant Boi de Llobregat, Sant Vicenç dels Horts y Santa Coloma de Cervelló están adjudicados, en proceso de adjudicación o a punto de salir a concurso. Todas estas actuaciones están consensuadas entre los ayuntamientos y el AMB, aportando cada uno de ellos el 50% de la financiación. El ente metropolitano se asegura de que todas las obras tengan un sentido conjunto, evitando que cada consistorio haga la guerra por su cuenta.
Aquel programa requería una inversión superior, pero llegó la pandemia. “Todo se complicó”, reconoce Gullón. Pero tras el confinamiento más rígido tanto los ayuntamientos como el AMB percibieron un crecimiento del interés ciudadano por el Llobregat. “Hay mucha más gente disfrutando del río, sobre todo en los espacios más cercanos a las ciudades”, remarca el técnico del AMB.
Con todo, si al principio la covid puso en peligro aquella idea de recuperación del río al final ha acabado causando el efecto contrario: “Este interés no solo nos ha animado a continuar, sino ha intensificar el trabajo”. En este sentido, el AMB acaba de aprobar la continuación del proyecto del 2018 con una inversión superior: 16,8 millones. Se encuentra en período de exposición pública. “Aunque es una situación complicada, los ayuntamientos se van a animar a presentar proyectos de mejora. Los vamos a invertir todos”, avanza Gullón.
Por otro lado, en verano el AMB encargó dos estudios a fondo para examinar la conectividad ecológica y la biodiversidad del Llobregat. Estos exámenes, con óptica metropolitana y no por partes como se venía haciendo, están en proceso de redacción y estarán listos antes del verano. Pueden ser el preludio de un nuevo plan estratégico.
En la otra orilla de Barcelona los planes de recuperación del río también se remontan a hace mucho tiempo. En los años 70 e inicios de los 80 del siglo pasado, el Besòs ostentó el poco honroso título de ser el segundo río más contaminado de Europa. Su entorno fuertemente urbanizado y con una gran presencia industrial a lo largo de sus 17,7 kilómetros entre el Vallès Oriental, el Occidental y el Barcelonès degradó y contaminó los recursos hídricos. Era una cloaca a cielo abierto que apestaba a química.
“Hay mucha más gente disfrutando del Llobregat”, aseguran desde el AMB
La recuperación de los caminos del río continúa con 16,8 millones de euros