La cultura del cuidado como camino de paz
El mensaje del papa Francisco en la 54.º día de la Paz se ha centrado en La cultura del cuidado como camino de paz. Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, el rechazo y la confrontación. Es una reflexión de futuro tras un año marcado por la gran crisis de la covid, que ha causado tantos sufrimientos y penurias.
Habla del Dios Creador, origen de la vocación humana en el cuidado, poniendo en evidencia la relación entre el hombre (adam) y la tierra (adamah), y entre los hermanos. Habla de la vida y el ministerio de Jesús que son la revelación del amor de Dios Padre por la humanidad. Se acerca a los enfermos del cuerpo y del espíritu y los cura; perdona a los pecadores y les da una vida nueva. Se inclina sobre la humanidad herida, le venda las heridas y la atiende, y en la cruz libera la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte. Así, con el don de su vida y su sacrificio, abre el camino del amor y nos dice: “Ve, y tú haz igual” (cf. Lc 10,37).
Obediente a Jesús, la Iglesia desde los inicios ha difundido las obras de misericordia y ha inspirado en la sociedad y en la cultura el servicio de la caridad cristiana. Así surgieron numerosas instituciones para aligerar todas las necesidades humanas: hospitales, hospicios, orfanatos, hogares para niños, leproserías, refugios para peregrinos... E inspiró desde los principios de la doctrina social la cultura del cuidado, promoviendo la dignidad de toda persona humana, la solidaridad con los pobres y los indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguardia de la creación.
Cuidar es promover la dignidad y de los derechos de la persona. Es custodiar el bien común. Es promover la solidaridad, no como un sentimiento vago, sino como determinación firme y perseverante de compromiso por el bien de todos y de cada uno, para que seamos verdaderamente responsables de los demás. La solidaridad nos ayuda a ver al otro –entendido como persona o, en sentido más amplio, como pueblo o nación– no como una estadística, o un medio para ser explotado y rechazado cuando ya no es útil, sino como nuestro prójimo, llamado a participar, como nosotros, en el banquete de la vida al que todos están igualmente invitados por Dios.
Estos principios tienen que ser como una “brújula” para un rumbo común y realmente humano en la globalización. Y el papa Francisco menciona el respeto y la defensa de los derechos humanos y la educación para la paz, concretando que se podría crear con el dinero de las armas y otros gastos militares “un Fondo mundial” para derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres.
La promoción de la cultura del cuidado requiere un proceso educativo que nace en la familia, sigue en la escuela y la universidad y, en ciertos aspectos, con los agentes de la comunicación social. También las religiones y las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales pueden ejercer un papel insustituible en la transmisión de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la acogida y el cuidado de los más frágiles. No hay paz sin la cultura del cuidado, como compromiso común, solidario y participativo. Hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, y artesanos de paz dispuestos a generar procesos de curación y de reencuentro con ingenio y audacia, para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida.
El Papa ha propuesto crear un Fondo mundial para derrotar el hambre con el dinero de los gastos militares