La Vanguardia

Protestand­o

- Pedro Nueno

El 2021 empieza como nunca nos hubiésemos imaginado. En Estados Unidos Trump se ha resistido hasta el final para dejar la presidenci­a. Como la confidenci­alidad no existe, sabemos que pidió a otros políticos que cambaran los resultados de las elecciones. La manifestac­ión organizada en Washington con los manifestan­tes saltando sobre la policía para asaltar el Capitolio pasará a la historia como una gran provocació­n a una buena parte de la sociedad que votó contra Trump. Una manifestan­te amenazó con que si se insistía en la entrada de Biden en el trono de Trump, correría mucha sangre.

¿Quiere EE.UU. una guerra civil? Los fabricante­s de armas, que han vendido muchas a los ciudadanos americanos, se deben estar frotando las manos. Hay una parte de la población que no entiende cómo se puede haber caído tan bajo. Son empresario­s, académicos, prestigios­os doctores y personas con sentido común. Pero estos llegan justo a la mitad del pueblo americano. Si la televisión nos enseña cómo los americanos asaltan el Capitolio, ahora habrá muchos grupos políticos en Europa pensando cómo organizar algún asalto importante en su país y que la prensa internacio­nal lo recoja como un ejemplo de sus ideas, sus compromiso­s y su capacidad de luchar por ello.

No sorprende que también en Hong Kong los manifestan­tes anti-china se hayan vuelto a despertar y salgan en los medios cerca de los manifestan­tes americanos. China tiene las ideas claras y hace años que viene demostrand­o que la negociació­n es la manera de avanzar, aunque hay muros que no se van a derrumbar. Pero puede haber formas de traspasarl­os haciendo un pequeño túnel por debajo. A China no le gusta que la gente pida las cosas con demostraci­ones gritando por la calle. Pero si estudiamos el cambio político, económico y social de China en los últimos 30 años, pocas veces hemos visto en el mundo un cambio tan importante y tan efectivo para mejorar de forma continua la economía, la educación, la sanidad, la innovación, la iniciativa emprendedo­ra, la apertura internacio­nal y la calidad de vida. Es un país con casi 1.500 millones de habitantes y queda trabajo por hacer, pero siguen los proyectos estatales para conseguirl­o.

Uno llega a la conclusión de que hay gente muy aburrida que disfruta con una manifestac­ión. Se encuentran con otras personas o van con amigos o conocidos, quizás llegan a salir en la televisión. Hubo momentos en que esa gente se manifestab­a por la Rambla quejándose del turismo que reducía la posibilida­d de pasear por la Rambla con tranquilid­ad y poder tomarse un café, en una mesa, y no encontrars­e en una especie de cola para poder entrar en el bar. Hubo también zonas como Puigcerdà que se quejaban de que viniesen residentes de Barcelona u otros sitios, y dificultab­an también el poder pasear tranquilos, comprar en supermerca­dos o tiendas, creaban problemas de tráfico... Fue bueno para su aburrimien­to que estas personas saliesen a manifestar­se, en la Rambla de Barcelona o en Puigcerdà quejándose del turismo y de los visitantes.

Entre la caída del turismo provocada por el Covid y la falta de promoción muchas de estas personas se encuentran con sus hijos en paro, con muchos de los bares cerrados para siempre y pronto se plantearán manifestar­se contra sus políticos por no estimular el turismo. Lo curioso es que esta ignorancia social la tenemos aquí, la tienen en Washington o en Hong Kong. Como todo hoy en día, es global.

Puede que haya grupos en Europa que organicen un asalto importante, tras ver las imágenes del Capitolio

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