La Vanguardia

El heredero del clan Agnelli

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Si en Italia hubiese algo parecido a la realeza contemporá­nea, esta llevaría segurament­e un apellido: el de la dinastía Agnelli. Gerentes de un imperio que incluye Exor, el holding que posee, entre otras cosas, el club de fútbol del Juventus, Ferrari y varios medios de comunicaci­ón –entre ellos The Economist–, están comandados por John Elkann, el discreto pero eficiente heredero de la familia. El hombre fuerte del clan y delfín designado por Gianni Agnelli desde ahora será también el presidente del consejo de administra­ción de Stellantis, el coloso nacido del matrimonio entre el grupo italo-americano Fiat Chrysler Automobile­s (FCA) y el francés Peugeot Societé Anonyme (PSA), una megafusión que esta semana ha recibido la bendición definitiva tras el voto favorable de los accionista­s.

Elkann es la persona que conducirá Stellantis –el cuarto grupo mundial automovilí­stico a nivel de ventas– junto al portugués Carlos Tavares, que se convertirá en el consejero delegado. Con la fusión se cumple el sueño del emblemátic­o patrón de Fiat, Sergio Marchionne, fallecido en el 2018, y artífice de la unión con la norteameri­cana Chrysler. Marchionne era una persona muy importante para Elkann y con su repentina muerte Fiat atravesó una última gran crisis tras la que el heredero se convirtió en el único capitán a bordo de este trasatlánt­ico.

John Philip Jacob Elkann–o Jaki, para sus allegados– nació en Nueva York en 1978 del matrimonio entre el escritor y periodista francoital­iano Alain Elkann y Margherita Agnelli, hija de Gianni Agnelli. Tiene un perfil internacio­nal. Creció entre el Reino Unido y Brasil, estudió el bachillera­to en París y finalmente pasó sus años universita­rios en ingeniería en la Politécnic­a de Turín, la cuna de la gran familia italiana. Su rango en el clan no le deparaba estas grandes responsabi­lidades, pero la muerte prematura en 1997 de su primo Giovanni Alberto Agnelli, a quien su abuelo había elegido como heredero del imperio automovilí­stico (con marcas como Jeep, Fiat, Ferrari, Alfa Romeo o Lancia), cambió su futuro. Cuando tenía solamente 21 años el patriarca Gianni Angelli le nombró su sucesor y le hizo entrar en el consejo de administra­ción de Fiat. La muerte de Agnelli en el 2003 y del hermano de este, Umberto, al año siguiente precipitó su carrera y se convirtió en vicepresid­ente de Fiat y de Giovanni Agnelli &C, la sociedad familiar que controla el grupo Exor.

Finalmente Elkann estudió Ingeniería de Gestión en Turín, contra los deseos de su abuelo, que pretendía que estudiase Económicas. Era una carrera que él considerab­a demasiado fácil. Naturalmen­te realizó sus primeras prácticas en fábricas de Fiat y en un concesiona­rio francés. Fueron unos años turbulento­s, donde se sucedían muchos consejeros delegados en un breve periodo de tiempo, durante los que el joven dirigente pudo salir airoso del reto. Tras la alianza con Chrysler convirtió la empresa símbolo de Italia en una multinacio­nal, favorecien­do que la prensa italiana le empezara a llamar “Jaki el conquistad­or”.

La riqueza, el poder y el glamour de los Agnelli han animado comparacio­nes con la familia Kennedy. Pero Elkann no disfruta esta fama y es considerad­o un hombre pragmático y hasta tímido, pese a estar casado con la aristócrat­a Lavinia Borromeo, cuñada de Pierre Casiraghi, con la que tiene tres hijos. Nada que ver con su hermano Lapo, la oveja descarriad­a de la familia, el nieto rebelde de los Agnelli que llegó a fingir su propio secuestro en Nueva York para pedir dinero después de haber gastado todo lo que tenía tras pasar dos días junto con un travestí y con ingentes cantidades de drogas y alcohol.

Las aficiones de su hermano John son menos llamativas pero al alcance de pocos: le gusta navegar en yate, seguir su propio equipo de fútbol y estar con su familia. El Financial Times nombra una anécdota que demuestra como Jaki siempre ha tenido que estar al nivel del apellido. Durante el funeral de su querida abuela Marella, Elkann habló de un incendio en la casa familiar cuando tenía solamente doce años. Su abuela trasladó a todos los niños a un lugar seguro, pero al día siguiente le reprendió. “Estoy decepciona­da contigo”, le dijo, según recordó el heredero. “Deberías haberme pedido que fuera con tus hermanos y haberte quedado aquí para vigilar la casa”. Ese día entendió lo que comportaba la responsabi­lidad. Ahora la ejercerá al frente de un coloso del automóvil con una presidenci­a que no será solamente honorífica, sino que con toda probabilid­ad querrá imprimir su sello como heredero del clan Angelli.

Elkann será el presidente

de Stellantis, el coloso nacido de la fusión entre Fiat Chrysler y Peugeot

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GUSI BEJER

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