La Vanguardia

Cita discreta antes de la “campaña más sucia”

Pere Aragonès y Laura Borràs se reunieron en privado el 22 de diciembre. Objetivo: no romper todos los puentes entre ERC y Junts en “la campaña más sucia”, consciente­s de que, si cumplen sus promesas, tendrán que entenderse

- Isabel Garcia Pagan @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es

Que esta iba a ser la “campaña más sucia de la historia” lo anunció Gabriel Rufián el pasado noviembre, pero los exabruptos y jingles electorale­s van por un lado y las evidencias políticas y los resultados tienen en Catalunya la mala costumbre de ir por otro. Así que el 22 de diciembre Pere Aragonès y Laura Borràs se reunieron discretame­nte en el despacho del vicepresid­ent para intentar evitar que la batalla electoral que libran ERC y Junts dinamite todos los puentes entre partidos independen­tistas. La cita se celebró a petición de Aragonès tras un par de retrasos –la fecha fue saltando en la agenda y no hay lugar más discreto que el distrito administra­tivo de la Zona Franca–, aunque el interés era mutuo.

“Gobernamos juntos”, recuerdan a un lado y a otro, pero es que además los candidatos de Junts y ERC están condenados a entenderse si cumplen con sus promesas electorale­s. ERC dice que “nunca, nunca, nunca” pactará con el PSC, y Junts no tiene más alternativ­a que seguir gobernando con los republican­os. Sea cual sea el orden de los factores, para Borràs no hay más producto. Lo que no se repetirá en ningún caso, coinciden todos, es la estructura de dos gobiernos paralelos, con compartime­ntos estancos y agendas propias.

El encuentro, aseguran que largo y cordial, encaja en la actual estrategia electoral de Aragonès, que ha acabado por convertir su reiterada apuesta por “ampliar la base” del independen­tismo en una fórmula de Govern de “frente amplio” que incluye además a los comunes, la CUP y el PDECAT. La propuesta, que reiteró ayer el vicepresid­ent y que acumula vetos cruzados de todos los llamados a ser protagonis­tas, soslaya la consecució­n de la independen­cia –dibuja sin citarla las bases de la Catalunya del 2030– y busca alimentar el consenso mayoritari­o en la sociedad catalana en torno a la convocator­ia de un referéndum para resolver el conflicto político en Catalunya.

El plan expansioni­sta de Aragonès no avanzará en campaña –solo Òmnium ha logrado la cuadratura del círculo en la defensa de la amnistía– por mucha valentía que pida el candidato de ERC. Pero facilita a Borràs presentars­e como valedora de un gobierno “nítidament­e independen­tista” y antídoto ante un tripartito que solo Jéssica Albiach y Ada Colau ansían en público. Ese avanzar hacia la independen­cia sin hoja de ruta es el hecho diferencia­l de Junts, aunque entre su electorado se señale la prioridad por la reconstruc­ción tras la pandemia y la república catalana está lejos de ser un objetivo a corto plazo. Tampoco lo es entre los votantes de ERC y la CUP.

Ahora, frente a la “transición” que quiere liderar Aragonès, Borràs combina la “ambición independen­tista” y los éxitos de Lluís Puig y Carles Puigdemont ante la justicia belga, con la defensa de un nuevo “Govern fuerte”. Sin más. Como si el actual –del que formó parte– no fuera suyo. Y aun así, la fórmula Borràs agrada a los votantes de ERC, que le conceden la misma valoración que al vicepresid­ent, tal y como señala la encuesta de La Vanguardia.

Aragonès y Borràs dicen que quieren huir del ruido y el choque de “mirada corta”. En Junts aseguran que no tenían contacto desde que en junio se votó, con el enésimo enfrentami­ento entre los socios, el suplicator­io de Borràs por la causa del Tribunal Supremo sobre su gestión de la Institució de les Lletres Catalanes. Una historia bumerán porque ERC la ha vuelto a poner sobre la mesa con la versión del hit “mans netes” de Josep-lluís Carod-rovira yel fin de la Catalunya “dual” que representa­ban CIU y el PSC en el 2003. Aragonès ha actualizad­o la fórmula y ofrece una presidenci­a de ERC como alternativ­a al “bipartidis­mo socioverge­nte de los últimos 40 años” con el que “se han tapado las vergüenzas”, ahora en la Diputación de Barcelona en defensa de la socialista Núria Marín.

Es una apuesta casi segura. La corrupción sigue irritando al electorado y el paso por el Govern no ha salpicado a ERC. La causa judicial sobrevolar­á a Borràs, aunque se proclame “nacida” con el 1-O y considere la investigac­ión una causa contra el independen­tismo. Y Junts se planta: ha heredado militantes pero no los derechos electorale­s de la coalición formal de CDC y PDECAT del 2017, así que recomienda a ERC marcar el 3% en la casilla del PDECAT.

La campaña se agriará aún más, pero la precaución, y la tendencia de las encuestas, obliga a que Aragonès y Borràs opten por salvaguard­ar una línea de comunicaci­ón más o menos directa. La evolución de la pandemia no solo determinar­á esta semana si se mantienen las urnas el 14-F. Si lo hacen, el estado de ánimo del electorado y su movilizaci­ón dependerá también del tono de los candidatos, y ahí es donde Salvador Illa avanza en silencio.

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JULIO DÍAZ Laura Borràs y Carles Puigdemont en la jornada de candidatos de Junts
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