La Vanguardia

Pronombres y promujeres

- Màrius Serra

El Capitolio tomó el nombre de los templos homónimos dedicados a Júpiter, Juno y Minerva. Eso explicaría la indumentar­ia de algunos de esos asaltantes que ya hemos visto más veces por pantalla que el atentado de las Torres Gemelas. Hoy tenemos más pantallita­s, pantallaza­s y pantallazo­s que veinte años atrás, pero la sensación de saturación es la misma. Aquel terrorismo exterior se ha interioriz­ado y la única diferencia es que hoy, en la era del streaming, también hemos visto imágenes desde el vientre de la ballena. Da vértigo pensar en todas las imágenes que hubieran podido enviar desde sus móviles las víctimas del 11-S en los instantes finales. En todo caso, el esperpénti­co asalto al Capitolio ha eclipsado un gran momento para la historia estelar de los juegos de palabras que protagoniz­ó tres días antes el congresist­a Emanuel Cleaver, representa­nte demócrata por Missouri, al pronunciar la oración de apertura del 117.º Congreso de Estados Unidos.

Cleaver, pastor metodista y exalcalde de Kansas City, acabó su plegaria con una facecia verbal que hubiera levantado más polvareda si el chaparrón ultraderec­hista no hubiese aguado la fiesta. Acabó su oración con el preceptivo “Amen” y entonces, en un pronto meditado, añadió “and a-woman”. Las cejas de muchos congresist­as se levantaron y acto seguido empezó el típico debate merdoso en Twitter sobre si Cleaver lo había hecho a posta para reivindica­r el lenguaje inclusivo o bien era un indigente intelectua­l que no sabía que amen es una palabra de origen hebreo que significa “en verdad, ciertament­e”, sin ninguna relación con el género. Los tuits a favor y en contra se sucedieron en el clásico ambiente erótico-insultante del medio preferido por Trump a.c. (antes del Capitolio) hasta que el interfecto declaró al Kansas City Star que añadió su polémico “and a-woman” para homenajear a las mujeres congresist­as, cuyo número en esta legislatur­a es un récord.

Las críticas hubieran sido más persistent­es si los salvajes no hubieran asaltado el Capitolio, y hay que admitir que desde un punto de vista lingüístic­o el episodio se inscribe en la tradición sandia de las miembras, el alma pater o las tionas. Pero ¿qué quieren que les diga?, Beckett ya corrigió a la Biblia en

Murphy al escribir: “In the beginning, it was the pun”. Cleaver cierra el círculo virtuoso poniéndolo al final: “Amen and a woman”. Fantástico. Nuestros oradores deberían imitarlo. En catalán las oportunida­des abundan. Que lo aprovechen de cara a las elecciones del 14-F porque en castellano no funcionan y así todos los candidatos, e incluso candidatas, tendrán que hacer campaña en catalán para demostrar que son muy inclusivos. Me he permitido reunir una breve lista de palabras que podrían introducir en sus discursos para desdoblar con la gracia del congresist­a Cleaver: “Aroma (i ardona), axioma, coma, cromosoma, doma, glaucoma, idioma, limfoma, maroma, mioma, ploma o això és broma, poma”. Por un juego de palabras me juego un hematoma.

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