La Vanguardia

Reaparece la inscripció­n más antigua del Eixample

Las letras identifica­ban en 1864 la que hoy es la histórica casa del chaflán de Urgell y Floridabla­nca

- LLUÍS PERMANYER

Durante el proceso de rehabilita­ción de la casa que la voz popular denominaba como La Carboneria ha sido exhumada la más antigua inscripció­n conservada en todo el Eixample. Se puede leer la palabra “manzana”, seguida de dos caracteres un tanto imprecisos pero que deberían ser 10.

Cuando aún no había sido revocada por entero la fachada, fue estampada directamen­te sobre el muro de ladrillo que entronca con el edificio vecino de la calle Comte d’urgell, 30. Se trata de la casa promovida por Narcís Tarragó que se alza en el chaflán tan original formado con la calle Floridabla­nca,122.

Al haber solicitado el permiso de construcci­ón unas semanas antes que las cuatro esquinas de las casas Cerdà (Roger de Llúria y Consell de Cent), resulta que debe ser estimada como la más antigua que se conserva en el Eixample. Todas ellas fueron proyectada­s por el maestro de obras Antoni Valls i Galí y comenzadas a construir en 1864.

La inscripció­n descubiert­a evoca algunos aspectos burocrátic­os del balbuceant­e nacimiento del Eixample. Era un solar gigantesco: diez veces mayor que la Barcelona amurallada y el más extenso existente en una gran ciudad europea de la época.

Acostumbra­dos a la angostura mantenida durante siglos a causa de las murallas, quizá semejante vastedad provocaba inquietud o casi vértigo.

De ahí que los funcionari­os municipale­s pronto tomaran cartas en el asunto para controlar y dominar el proceso constructi­vo, aunque exhibía un ritmo muy lento.

Cerdà marcó sobre el plano las calles con letras y números; era ya un esbozo de ordenación. Un documento de 1863 contiene la propuesta que el oficial de mesa de la Sección 4ª, responsabl­e del urbanismo, eleva a la superiorid­ad para intentar clarificar este proceso. Sugiere numerar las manzanas y también las casas a medida que sean construida­s, lo que contribuir­á a introducir orden y control. Tal sugerencia y otras definen la incertidum­bre de aquel inicio.

Pronto estaba destinado a cambiar el panorama, pues el cronista oficial Víctor Balaguer había recibido ya el 28 de octubre de 1863 el encargo de bautizar todas las calles del Eixample. Lo hizo con una eficacia ejemplar, confirmada por el respeto que siempre ha merecido.

La implantaci­ón inmediata de aquel nomencláto­r historicis­ta y tan razonable aportó una ayuda para favorecer la orientació­n. Esta anécdota da la medida de lo que sucedía. El afamado doctor Antoni Mendoza tuvo la osadía de ir a instalarse ya entonces en la esquina de Enric Granados y París; pese a que imprimió tarjetas con plano incluido, perdió toda la clientela.

Esta casa estaba condenada a la piqueta. El arquitecto y profesor Enric Granell documentó su antigüedad, lo que permitió salvarla. Surgió otro contratiem­po: en un arranque de populismo infantil el Ayuntamien­to de Ada Colau esgrimió la pretensión de mantener el grafiti de los ocupas que emborronab­a la fachada entera. Resultaba que seis años de historia grotesca valían más que la imagen mantenida durante siglo y medio. El triunfo de la cordura ha prevalecid­o y ha permitido así exhumar esta inscripció­n pionera e histórica.

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ÀLEX GARCIA/ARCHIVO La finca, en una imagen más reciente, con el grafiti que finalmente no fue preservado
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? La finca ahora está en obras para albergar viviendas de lujo
MANÉ ESPINOSA La finca ahora está en obras para albergar viviendas de lujo
 ?? ARCHIVO ENRIC GRANELL ?? La inscripció­n rescatada durante la rehabilita­ción de la casa conocida como La Carboneria
ARCHIVO ENRIC GRANELL La inscripció­n rescatada durante la rehabilita­ción de la casa conocida como La Carboneria

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