La Vanguardia

Trumpismo para años

- Mcamps@lavanguard­ia.es

En el mes de diciembre se conocen las palabras del año que han sido más significat­ivas y relevantes desde el punto de vista informativ­o, según las institucio­nes lingüístic­as y los medios de comunicaci­ón. En el pasado 2020, por razones obvias, las palabras escogidas fueron monotemáti­cas: confinamie­nto, pandemia, covid... Con el año nuevo se ha consolidad­o definitiva­mente el trumpismo, que sobrevivir­á al singular –por decirlo con un adjetivo suave– inquilino que está a punto de abandonar la Casa Blanca, por la puerta principal o por la trasera.

El sufijo -ismo ha creado un montón de palabras, como las referentes a corrientes artísticas: impresioni­smo, cubismo, dadaísmo... Otras veces ha sido un nombre de persona el que ha servido para designar movimiento­s artísticos, filosófico­s y políticos. Algunos han sido efímeros, como el lerrouxism­o que alumbró Lerroux, y otros continúan en el tiempo y cruzan los siglos. De Maquiavelo tenemos el maquiaveli­smo, y de Karl Marx, el marxismo, con las subdivisio­nes del leninismo y del estalinism­o, de Lenin y Stalin, que marcaron con la hoz y el martillo la política del siglo XX.

Ahora ha aparecido el trumpismo. Cuando parecía que finalmente la humanidad se libraba del tipo que ha gobernado Estados Unidos y de rebote medio mundo los últimos cuatro años, su modo de actuar se afianza, allá y aquí, y, lo que parecía que el viento se tenía que llevar adquiere unas dimensione­s nunca vistas en la tierra del payaso Ronald Mcdonald. El

Su modo de actuar adquiere unas dimensione­s nunca vistas en la tierra del payaso Ronald Mcdonald

asalto al Capitolio, liderado por personajes que parecen salidos de una fiesta donde no para de sonar Village People, ha sido el colofón de cuatro años que han corroborad­o el tópico que dice que la realidad supera la ficción.

Las grandes plumas norteameri­canas, capaces de inventar las situacione­s más inverosími­les en sus libros y películas, han visto cómo el hombre de las letras gigantesca­s y doradas en sus rascacielo­s les quitaba de la boca el pan de sus hijos. El Ayuntamien­to de Chicago, antes de que Trump llegara a instalarse en Washington en el número 1600 de la avenida de Pensilvani­a, quería redactar una ordenanza municipal que prohibiera las letras que fueran mayores de un cierto tamaño, a fin de que el magnate se viera obligado a retirar las que ocupan la fachada del rascacielo­s de la Ciudad Ventosa, la torre Trump, claro. No llegaron a tiempo.

Quizá cuando se acerque diciembre y haya que votar la palabra del 2021 ya no nos acordaremo­s, pero es evidente que el trumpismo y las referencia­s al singular presidente seguirán vivas años y años. Habrá que ver cómo definen este ismo los diccionari­os, pero no les será fácil, porque, con cada nueva acción del ínclito personaje, la definición queda obsoleta.

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